Evangelista Calero, Rey del Calzado en Ecuador

Todo inicia en el caserío de Yasacoto, San Simón, del Cantón Guaranda. El 27 de diciembre de 1879 nace Evangelista Calero Gaybor, hijo de José Calero Figueroa.

La pobreza lo bota a buscar su porvenir en Guayaquil, lugar al que llega en 1889 con apenas diez años de edad, sin haber pisado la escuela, y, sin un solo centavo en el bolsillo.

Todo era su primera vez, así fue cuando abordó y bajó de la lancha en el muelle y deambuló por las calles hasta llegar a pedir posada en la casa de una señora caritativa llamada Teresa Velasquillo.

Fue mandadero hasta que cumplió los trece años de servicio y entró de aprendiz de carpintero, con una pequeña paga, por lo que decide cambiarse a zapatero y va donde el maestro Toledo, del que aprende, como el necesitado que era; con angustia, con desespero. Su vida en el campo y la pobreza familiar le había enseñado a ser precavido, juicioso y soportar las privaciones.

Alcanzó a reunir un capital de 400 sucres y ya tenía dieciséis años, cuando el 27 de diciembre de 1895 decidió iniciar su propio negocio.

Transcurrió un año, entre trabajo esforzado, préstamos y limitaciones pudo reunir un capital de 2000 sucres. Fue ganando fama de muy cumplidor con sus compromisos y por lo tanto le prestaban dinero y le ofrecían materiales.

Sintió que necesitaba instruirse y se pagó un profesor particular. Contactó con el maestro Leonardo Aulestia, para empezar en el manejo de los números y las letras. Aulestia recordaba a Calero como un muchacho de una extraordinaria memoria, en especial para los números y las cuentas.

El negocio seguía creciendo y en 1901 trasladó su zapatería a otro lugar comercial y ya disponía de venta de zapatos y materiales de zapatería.

En el año de 1903 le llegó la fama, “Calzado Calero” tenía un mejor local y mucha mercadería. Pero a finales dejunio se produce un incendio de grandes proporciones en ese Guayaquil, al que dichos sinestros le acompañan, desde su fundación. Con la angustia marcada en su rostro, a los 24 años de edad, se veía atacado por el desastre. Junto con los empleados lograron poner a buen recaudo la mayor parte de la mercadería y salvarse de la quiebra segura. El almacén fue reubicado, justo en la casa del profesor Aulestia, a quien años atrás había contratado para salir de su analfabetismo.

En ese año se casó con Dila Briones, nativa de Montecristi y modista de profesión. El negoció creció y en 1905 ya se denominaba como Casa E. Calero. En sus anuncios manifestaba importadora de artículos de bazar, perfumería, calzado, etc.

Para el año de 1907 abre un nuevo local más cómodo en la calle Pedro Carbo, entre Aguirre Abad y Ballén. Su capital llegaba a 100.000 sucres y en 1914 la Casa E. Calero tenía uno de los mejores almacenes de Guayaquil.

Al llegar la primera Guerra Mundial (1914 – 1918) el horror  se extiende por Europa e impacta a todo el mundo con un desabastecimiento terrible, pero don Evangelista Calero tenía muchas provisiones en bodega, de las que sacó gran ventaja.

Dila Briones, por su parte, inicia sus negocios de ropa y confecciones, para lo cual monta talleres y contrata una gran cantidad de operarias. De Inglaterra llega Pedro Briones, cuñado de Calero, graduado de Ingeniero e inmediatamente es nombrado como Gerente General de la empresa, los negocios siguen prosperando.

Las necesidades eran mayores y en 1918, don Evangelista Calero compra el edificio de lo que fuera el diario “El Tiempo” a los herederos del periodista y político Luciano Coral. Un espacio de 1.400 metros cuadrados en donde instala la matriz de la empresa en medio de mucho lujo.

Se marcan tiempos para expandir la empresa y apertura sucursales en Quito, Ambato, Riobamba y Guayaquil. Así mismo abre agencias en casi todas las ciudades del Ecuador. Además, sus productos se vendían en las tiendas de todos los pueblos.

Sucursal de Guaranda

Sus ganancias fueron invertidas en otros sectores. Hasta antes de 1923, compró alrededor de 40 casas en Guayaquil que le producían una renta mensual de 40.000 sucres.

En la revista Vistazo de diciembre de 1974, se manifiesta que  “Después de fundar la Compañía Anónima Sociedad Manufacturera de Calzado", el 23 de junio de 1923, adquirió terrenos amplios en la ciudad de Riobamba y contrató la construcción de los edificios de cemento armado para la instalación de maquinarias, que fueron seleccionadas por él mismo en la Cia. United Shoe Machiney Corporation de Boston. La fábrica fue instalada y el complejo industrial comenzó a producir quinientos pares de zapatos diarios. Preferentemente los zapatos se exportaban a Colombia y Perú.

El 28 de octubre de 1924 se inaugura la planta, talleres y oficinas en Riobamba y aparecen como accionistas N. Garzón Enríquez, Juan José Pinto y Vicente Peñafiel. La fábrica estaba ubicada frente al parque Guayaquil y al Estadio Olímpico, en el predio La Georgina. El Almacén se ubicaba en la avenida Primera Constituyente, entre Larrea y Colón.

Almacén de Riobamba

Para mejorar sus procesos productivos y disminuir costos, en 1931 instala la Sociedad Manufacturera, con una tenería para proveerse de cueros para sus fábricas. La curtiembre “La Palma” producía artículos de piel de alta calidad.

La señora Dila Briones fallece el 24 de octubre de 1950, dando inicio a una serie de fatalidades para esta familia.

La empresa tenía 500 empleados en 1945. Llega a construir los edificios más altos de Guayaquil; uno de 7 pisos en 1946 y otro de 8 pisos en 1948, más la primera planta y mezanine. Las construcciones las dirige su yerno el alemán Ing. Ludwing Weber Von Wagenfüer.

En uno de estos edificios empieza el desastre; Don Evangelista Calero cae por el ascensor. Queda con traumatismos múltiples en sus piernas y rotas las vértebras cervicales lo que le lleva a una larga y penosa postración en silla de ruedas y luego a la muerte el 14 de septiembre de 1954.

Don Evangelista Calero, en 1933, fue senador suplente por la Cámara de industrias del Litoral, pero se excusó de participar. En 1936 fue Concejal de Guayaquil designado por el gobierno de ese entonces.

 En lo social se preocupó de la niñez de Guayaquil e invirtió un millón seiscientos mil sucres para construir el Teatro Calero y el Instituto Dila de Calero, que luego fue donado a las religiosas de los Sagrados Corazones.

Sus hijos fueron: Juan, Carmen y María Angélica Calero Briones.

Fueron enviados a estudiar en Europa. Estuvieron en Londres, Ambsterdan, Roma, París, Moscú, Tokio, Nueva York, Buenos Aires, Río de Janeiro, entre otras muchas ciudades.

Juan se casó con Alicia Castillo. Hijos: Martha, Patricio, Marcelo y Susana.

Carmela se casó con Guillermo Luque Rhode. Hijos: Willy, Magali y Chabela.

Angélica se casó en Riobamba con el Dr. César León Hidalgo, del que enviudo, sin descendencia, y, el segundo matrimonio lo realizó con el Ing. alemán Ludwing Weber Von Wagenfüer (fallecido el 21 de febrero de 1967). La única hija fue María Lorena.

El Dr. César León Hidalgo, médico graduado en la Universidad Central del Ecuador en el año de 1920, con su tesis sobre “Anestesia General”, ejerció como médico general y luego, en los años 30, instaló el primer gabinete de rayos X en Riobamba, ciudad en la que no existía este servicio. Fue presidente del Concejo Municipal de Guano y según sus diseños, el artesano riobambeño Felipe Reinoso, talló las piedras con distintas figuras en la colina de Lluishi (Mirador de Guano). También fue Presidente de la Federación Deportiva de Chimborazo. Escribió el estudio sobre la radioactividad de las aguas de la fuente termal de Los Elenes, publicada en 1930 en Riobamba por la Tipografía y Encuadernación, La Buena Prensa de Chimborazo.

El ingeniero alemán Ludwing Weber Von Wagenfüer, se casó con Angélica, en Riobamba el 9 de octubre de 1937, fijaron residencia en Riobamba y manejaron los negocios familiares.

En 1944 fue deportado al “Campo de Concentración Cristal City en Estados Unidos”, por considerarlo espía Nazi. Luego fue identificado como aviador en la Priemera Guerra Mundial y liberado. Pudo regresar a Ecuador en 1946. Falleció en Guayaquil en 1967.

En el Guasmo construyó un castillo medieval, que mantenía custodiado por perros, y, el mismo, con arma en mano, hacía disparos al menor ruido. Por la forma tan misteriosa e impenetrable de la propiedad, los montubios crearon una leyenda de que el alemán era compactado con el diablo; cuando supieron de su muerte la invadieron, saquearon y destruyeron parte de ella tratando de encontrar tesoros que suponían estaban enterrados en algún lugar.




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