Gastronomía en la playa escondida de Río Verde y África

Un mundo de perlas negras en Ecuador

La playa escondida en Rio Verde

Mientras recorro un puente colgante la gente levanta su mirada, los niños corren de prisa y sus rostros negros se ven a lo lejos llenarse de sonrisas, sus dientes cual perlas brillantes se miran a la distancia, las risas se combinan con el canto de las aves, el resonar del río y las notas musicales que surgen como una muestra cultural.

“La virgen ya viene llegando pero mañana se va, pero mañana se va; del cielo le mandan cartas que no se vaya a quedar, que no se vaya a quedar”, Dominga Vera pobladora de Paufi, nos entona un arrullo, y nos muestra a su gente como un gran arte, ese arte de la vida que les puso en el mar, en un sitio paradisíaco, una playa escondida en Río Verde, provincia de Esmeraldas.

Paufi es parte de los más de 1.000 km de playa que tiene Ecuador, sus pobladores no solo ríen sino que cantan a la vida, a la naturaleza, a las bondades de la tierra y a las grandes historias. Entre la timidez de las cámaras, Mariuxi Salguero nos invitan a conocer un plato afrodisiaco, su creadora tiene 8 hijos, así que este es el secreto de su invención gastronómica para los enamorados.

Río Verde en su poblado nos engancha con su delicioso platillo gastronómico llamado “La pasión de Paufi”, que combina los sabores de la leche de coco, la miel de maracuyá con los mariscos: pateburro (molusco de mar), calamar, langosta y langostino de mar. Nos sentamos a la mesa después de ver la preparación, la gente es muy atenta, cordial y amable.

La brisa choca contra mi rostro, el calor de esta tierra se siente en cada paso, y las ganas de lanzarnos al mar no se pierde, todos te sugieren a donde ir, y mi decisión es caminar por la playa mirar como las perlas negras de este lugar hacen sus actividades entre la recolección de crustáceos en el mar, el tejer sus redes de pesca, o simplemente ver el vaivén de las olas.

La gente de piel negra de este sitio, se ilumina con cada sonrisa, y decido caminar con Dominga Vera, entre sus historias y sueños recorro por las calles de arena, veo las casas, contemplo sus árboles y escucho en cada momento el sonido del mar, que me llama a la paz. Dominga ríe varias veces,  y en su rostro se ve sus arrugas, me cuenta que le da vergüenza decir cuentos hijos tienes, y entre mis insistencias en que me cuente los secretos de su vida, me dice “Son 11”, no la veo sonrojarse pero su risa delata su bochorno, yo solo río con ella mientras, siento un calor que me y a cada instante siento el canto del mar.

Aquí, puedes disfrutar de varias actividades como: caminar por la larga playa, realizar recorridos en bote, hacer pesca con su gente, caminar por las calles y descubrir las bondades de la naturaleza con sus frutos, flores y hierbas aromáticas que le dan un sabor único a su gastronomía.

La playa de África

Uno de los pobladores de zona nos comenta que las playas de Río Verde son lugares energéticos, porque la energía que en ellas se siente, te deja sentir paz y tranquilidad.  Si buscas un destino para la meditación el cantón Río Verde y sus playas te lo dan, no pude irme de este sitio sin conocer no muy lejos de Paufi, la playa de “África”.

En África conocí a Arquímedes Simisterra, un hombre afroecuatoriano, que vive en una lomita. Me recibió con una deliciosa lima, su sabor era dulce, no pude decirle lo deliciosa que era. Con una sonrisa picaresca, mencionó que son dulces porque él las cultiva, y también porque no utiliza ningún insecticida.

Arquímedes tiene una humilde casa, y en ella ha construido un museo arqueológico con más de 5.000 piezas, que él las ha recolectado por muchos años. En este sitio hay una riqueza cultural única que debería estar en los mejores museos de Ecuador, ¿qué ha pasado? hay mucho por decir, pero quiero destacar esta riqueza, la belleza de cada pieza arqueológica de las culturas Tolita y Valdivia, que habitaron por esta zona.

Figuras de raspadores, vasijas, collares, menajes y piezas de con rostros amorfos y distintos a los comunes los visualizamos en este sitio, es un museo humilde en una casa de madera que a cada paso sus tablones resuena, camino entre ellos con temor a que una pieza caiga, a que Arquímedes con su energía y amor profundo por la playa me encierre en unos de sus frascos, y me coloque en una estantería rústica, entres sus tantas piedras preciosas.

Este negro tiene mil historias por contar, mil razones para vivir y cuidar su tierra, esa linda playa que día a día le da sus mejores energías. Mi asombro no quedó en las piedras preciosas, Arquímedes en cada palabra tenía sabiduría, su conocimiento lo adquirió en la vida y un incontable número de libros leídos, no fue a la escuela, pero su conocimiento del mundo, la física, metafísica y la energía, son envidiables.

África es tranquila y la brisa incomparable, mi sombrero voló muchas veces entre las plantaciones de mango (fruto de la zona), pero no me importó correr para retenerlo, porque en cada paso me di cuenta que uno puede vivir de la tierra, sembrar sus frutas y verduras; y sobre todo saber que la mejor música es la que suena entre muchas perlas negras y el sonido del mar.

Este negro de la playa de África en Ecuador me dejó una gran poesía, era el momento perfecto para ver el entorno con una mirada más de la acostumbrada, y lo comparto:

Poesía del Tiempo:

El tienpo es muy lento para los que esperan, muy tormentoso para los que sufren, muy largo para los que temen, muy corto para los que gosan, pero para los que aman, el tiempo es la eternida.

Posdata: Las faltas ortográficas también forman parte de mi amada Playas de África, pedimos comprensión.

Y no puedo cerrar mi viaje sin decirles que probé un platillo gastronómico delicioso, su nombre “El Enganche” compuesto por pollo, chancho y langostino todos en su encocado, una ricura como diría mi abuela, esto en el recinto San Vicente, muy cerca de Playas de África. San Vicente me recibió con millones de perlas pequeñas corriendo por sus calles, los más aviones me invitaban a lanzarme del puente colgante de más de 20 metros. Yo decidí cruzarlo con calma, y solo contemplé la acrobacia de un valiente que no escatimó esfuerzo y lo hizo.

No hay sitio imposible de conocer, hay momentos perfectos para descubrir que en cada instante que la vida se llena de música. La gente esmeraldeña, perlas negras de Ecuador, joyas únicas te sonríen, te cantan, te cocinan, te hacen bailar, cantar y sobre todo te dejan vivir y sonreír con la naturaleza, acompañado de largas canciones, historias y buena música.

Sandy Doicela




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