Don Gonzalo Cañar Albán

Gonzalo Cañar un personaje de Baños con grandes valores humanos como la honestidad, la justicia, la valentía. Un hombre que trabajó desde muy jóven con un corazón noble.

Personaje de Baños

Gonzalo Cañar fue hijo de Luis Cañar Cárdenas y de Susana Albán Haro. Su padre, maestro de capilla de la iglesia de Baños, falleció cuando Gonzalo apenas tenía siete años de edad. Se crió bajo el cuidado de su madre y de su hermana Elina y saboreó la pobreza de aquellos años de orfandad, realidad que parece que endureció mucho su carácter, haciendo de él una persona de temperamento fuerte, muchas veces obstinado, lo cual en no muy pocas ocasiones le traía dificultades. 

Como todos los jóvenes de aquellos tiempos aprendió un oficio, la carpintería, oficio que lo cumplía en el taller de don Humberto Delgado. Por sus manos y por su trabajo, los sobrinos pudimos vivir momentos hermosos, cuando nos construía los coches de madera, camiones y carritos, mesas y sillas y variedad de juguetes para crear nuestros sueños infantiles. 

Postales del Ayer

Fue un hombre apasionado por la política. Afiliado al Partido Liberal Radical, un militante activo y luchador; defendía con ímpetu esas ideas y se exasperaba cuando no se compartía sus criterios. 

Se desempeñó como Inspector de Sanidad en remplazo de su hermano Miguel Angel, quien emigro de Baños de Agua Santa hacia la capital, luego trabajo de profesor municipal en San Francisco, en Ulba, Illuchi Alto, y Rio Negro. Del cargo de maestro tuvo que renunciar por discrepancias política con los concejales del cantón. 


Trabajo como Guarda de Estancos demostrando mucho coraje y valentía en aquellos tiempos de corrupción, de chantaje y de mezquindades humanas. Comercializar el aguardiente sin permiso de los Estancos, era considerado contrabando. Los guardas combatían ese ilícito y hacían su trabajo en los controles de las carreteras y en las fabricas de aguardiente que habia en las haciendas y en otros lugares. Ese mandato del Estado lo cumplía a cabalidad, pues no dejaba que se perjudicara at fisco ni siquiera con un litro de licor.

Aquellos actos de honradez, de probidad, de responsabilidad en sus funciones, le trajeron muchas dificultades, cambios constantes de lugar de trabajo, ultrajes de palabra y obra por parte de los hacendados y dueños de las fábricas de destilación, maltratos de sus propios compañeros y hasta cancelaciones, cuando los lees actuaban en contubernio con los productores. Todos estos problemas no le importaban porque estaba seguro que cumplía correctamente con su responsabilidad, que estaba de acuerdo con su conciencia y con aquellos valores que aprendió de su hogar a pesar de la pobreza. 

Aquellos valores humanos son propios de hombres que poseen una personalidad incorruptible, valores que muy pocos lo practican, mejor dicho casi nadie, en los ámbitos de la función pública en particular. En su vida cultivo pocas amistades, pero con quienes les consideraba sus amigos fue incondicional. Entre estos estuvieron: don Humberto Delgado, Angel Reyes, Neptali Zurita, Avelino y Antonio Silva Fiallos. 

El paso de los afios le volvieron muy susceptible y solamente el cuidado de su esposa, la señora Teresita Villacres Tapia, mujer de altas virtudes, dotada de un corazón noble y generoso, de un caracter apacible y sereno y de una bondad exuberante le dieron tranquilidad en los tiempos de su enfermedad que se prolongó por algunos meses. 

Por: Rodrigo Herrera Cañas
 




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