Taller Escuela Quiteña en La Ronda

Sin duda este rincón de Quito es un lugar imperdible en el itinerario de turistas amantes de la cultura, no hay manera de no emocionarse al visitar este taller.

¿Qué debes saber?

  • Este local es tanto taller como galería, pues en el podrás vivir la experiencia completa de ver como se trabaja con la madera, comprar los finos muebles y esculturas, mientras aprendes un poco de la historia del Ecuador.
  • La taracea es una técnica de la "Escuela quiteña de artes y oficios" que data de la época de la misma fundación de Quito en el siglo XVI, y que, en pleno siglo XXI sobrevive gracias al trabajo de los talleres de oficios tradicionales de la Carita de Dios.
    • La Galería – Taller Escuela quiteña, del maestro Jiménez se encuentra en la casa 989 de la calle Juan de Dios Morales, más conocida como la calle La Ronda del Centro Histórico de Quito.
    • Le entrada gratuita, está abierta de martes a sábado de 09:30 a 22:00 y los domingos de 9h30 a 15h00
    • Si te gusta el arte, este es un sitio espectacular para aprender y hacer compras.

La Escuela quiteña

“Encarnado”, así se llama la técnica que aporta naturalidad y humanismo a obras pictóricas y escultóricas a partir de lograr el color exacto de la piel de los personajes representados. La inclusión de paisajes y fauna andina, así como la tonalidad ocre en combinación con colores fríos y el cuidado de los detalles por medio de tallas pequeñas, son algunas de las características de la Escuela Quiteña, características que cautivan a los visitantes del taller del maestro Jiménez, que está ubicado en la casa 989, en pleno centro del barrio La Ronda en el centro histórico de Quito.

Intercambiando miradas

José Luis Jiménez recuerda la primera vez que sintió que los santos lo miraban. Tenía 6 años cuando el Señor de la Cárcel, de la Iglesia de San Francisco hizo que todo su ser se conmoviera. Abrazado a las rejas, no podía entender como alguien había logrado plasmar la mirada desconsolada de Jesús, sus ojos se perdían en los cientos de detalles de las manos, de los cabellos y de la piel ensangrentada del Hijo de Dios.

Tan fuerte fue el impacto de esa tarde que, desde entonces, este quiteño del barrio del Recreo, al sur de Quito, buscaba pretextos para recorrer la calle Cuenca, desde la Iglesia de la Merced hasta la esquina de la Plaza de San Francisco, en donde contemplaba la estatua de piedra de Fray Jodoco Ricke, primer maestro fundador del Colegio de artes y oficios San Andrés (1565), cuna de la Escuela Quiteña.

Su adolescencia la pasó explorando las iglesias del centro histórico de Quito, al punto que sus padres miraban en su hijo a un futuro sacerdote. Pero no, ni siquiera José Luis sabía en ese entonces el camino que la vida le tenía preparado, tanto es así que al terminar el colegio se inscribió en la Escuela Politécnica para estudiar ingeniería en sistemas. Ya en las aulas José Luis sentía un profundo vacío, sus manos en complicidad con sus piernas, reclamaban oficio. No recuerda bien como una tarde, en la iglesia de Santo Domingo un grupo de restauradores le indicaban el camino para llegar a la Escuela de Artes y Oficios de Quito. Su prueba de aptitud vocacional, la hizo en vivo y directo, con una docena de santos por testigo.

3 años dura la formación en la escuela, fue en esas aulas donde la mente de José Luis empezó a disfrutar la alegría de diseñar y sus manos empezar a festejar la dicha de crear. Su entusiasmo le permitió ser aceptado por el maestro Salomón Enríquez quien lo acogió durante dos años en su taller. Siete aprendices compartieron ese taller donde Salomón los tomó como a hijos y con paciencia les enseñó los secretos de la Escuela Quiteña.

El camino del salmón

Cuando en la entrevista para ingresar a la escuela de arquitectura de la UTE, le preguntaron por qué no elegía la carrera de restauración, José Luis recordaba como desde pequeño le gustó ir en contra corriente. Y es que los tropiezos le habían enseñado que son esos caminos los que mayor satisfacción le dieron a su joven vida. La arquitectura era para José Luis, el camino lógico que debía seguir para perfeccionar su oficio, tal vez pensando en un joven Gaudí que antes de arquitecto fue artesano, José Luis inicio su carrera de arquitectura confiando que ese era el camino correcto.

Y no se equivocó, pues la arquitectura le brindó nuevas perspectivas desde las cuales su arte empezó a fortalecerse, la prueba más clara de esto, son sus bargueños, pequeños muebles de madera que esconden cajones secretos y que son dueños de una belleza excepcional.

Y no se equivocó, pues la arquitectura le permitió diseñar proyectos, los mismos que con el tiempo dieron buenos frutos. Es así que desde hace un par de años, José Luis comparte la casa 989 con otros maestros que conservan las tradiciones y técnicas artesanales de la Escuela Quiteña. En su taller los turistas pueden aprender un poco de la historia de Quito, mientras se conmueven con las miradas de santos, niños Jesús y vírgenes de Legarda.

Un arte en peligro de extinción

Se pueden contar con los dedos de la mano, a los artesanos que mantienen viva la tradición de la Escuela Quiteña, son pocos y cada vez son menos. Hace un par de años, la Escuela de Artes y Oficios de Quito cerró sus puertas por falta de financiamiento lo cual complica aún más la conservación de esta tradición quiteña.

Sin embargo, son estos pocos artesanos, los que día a día dedican su vida a conservar las técnicas que llenaron de gloria a la Escuela Quiteña. Se dice que el rey Carlos III, refiriéndose a la Escuela Quiteña expresó:

  • No me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias yo tengo al maestro Caspicara.

Y es desde esa gloria, que José Luis piensa en el futuro, él sabe que en las artes y oficios de Quito hay más de un tesoro por descubrir:

  • El turismo está aquí, en los oficios de los quiteños, en el arte que ellos producen, en anhelo de grandeza que Caspicara, Legarda, Pampite, Godivar, Samaniego, buscaron para Quito.

Nuestra cultura es el mejor de nuestros atractivos turísticos

  • Sin duda este rincón de quito es un lugar imperdible en el itinerario de turistas amantes de la cultura, no hay manera de no emocionarse al visitar este taller, orgullo de Quito. Mientras busco palabras para expresar lo que sentí al visitar a José Luis, encontré una melodía que funciona mejor.

Si te gustó este oficio tradicional de La Ronda, recuerda que en la misma calle puedes encontrar el Museo de Artes y oficios, los talleres de la hojalatería Silva, del orfebre de la Ronda y del Rey del trompo. Y si te quedaste con ganas de comprar artesanías, recuerda que Quito tiene una ruta de lugares donde comprar recuerdos de viaje.

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