Cevichería La Ramada Manabita

El vice campeón del mundial del encebollado está en Quito. Clarita Zambrano una auténtica manaba de Flavio Alfaro, te espera con una espectacular variedad de comida manaba.

¿Qué debes saber?

  • Ubicados en Carapungo, en el pasaje Jama Coaque y Av. Luis Vaccari
  • Te atienden de martes a domingo y días feriados de 8h00 a16h00
  • Te ofrecen:
    • Encebollados, caldos con cangrejos, viches, arroz con camarón,
    • Camarones al ajillo, conchitas asadas, camarones apanados,
    • Y desayunos con bolones con chicharrón y majados

Las tongas en Flavio Alfaro

Los ojos verdes de Clarita Zambrano se llenan de un brillo especial, cuando respira el aroma del seco de gallina criolla, que sirve a los comensales que visitan su Cevichería La Ramada Manabita, sonríe, porque ese aroma le recuerda a su madre.

Tenía 8 años cuando en Flavio Alfaro, miraba a su madre preparar “las tongas” que vienen a ser la lonchera de los montubios de Manabí. Envueltas en hojas de plátano verde, las tongas contienen una porción de arroz, un par de maduros fritos que, acompañados de un seco de gallina criolla, se bañan en una salsa de maní, que en su tierra se llama gordito.

Ella jugaba, hacia unas tonguitas para los hijos de los campesinos que trabajaban en la finca de su madre. Pero Clarita quería más, desde muy pequeña sentía que la comida típica manaba sería su razón de vivir. Tal vez por esto, se retobaba cuando su madre le decía que estaba muy chica para entrar a la cocina. Pero un día algo pasó en la finca, sus padres salieron muy temprano y fue en ese momento que con sus hermanos atraparon una gallina y prepararon su primer plato. Los padres al regresar, no tuvieron cara para regañarle, pues el caldo de gallina de Clarita, sabía muy bien.

Verde es la mañana, verde el medio día
Verde es la tarde que me da alegría
Verde la marea, verde las palmeras
Verde son las hojas y también sus ojos

Los ceviches en Carapungo

Un serrano la enamoró, fue Robert Arias el suertudo que en su Yaruquí querido, nunca imaginó que su destino estaría en Manabí. Se casarón y ya en Quito decidieron con Clarita iniciar un puesto de comidas. En un parqueadero empezó la aventura de esta pareja serracosteña, el ceviche de pescado fue su primer plato. No solo los clientes les pedían que pongan un local, sus piernas también reclamaban, ya que, al vivir en el cuarto piso de un edificio de apartamentos, los Arias, debían todos los días hacer un buen ejercicio.

Así fue que hace 14 años, en el sector de Carapungo, abrieron un restaurante en los que servían almuerzos. Clarita recuerda como en su interior una pequeña manabita hacia berrinches, pues ese no era su sueño, ella no perdía la esperanza de vender comida manaba.

Y los retobos pudieron más, en pocos meses los almuerzos fueron remplazados por encebollados, caldos con cangrejos, viches, arroz con camarón, camarones al ajillo, conchitas asadas, camarones apanados y desayunos con bolones con chicharrón y majados de verde.

Verde es el mar, verde la montaña
Verde es el musgo, verde es humedad
Verde es su mirada, verde su pisada
Verde es el camino, es verde su destino
Verde es la esperanza que nunca se pierde

Vice campeones en el mundial del encebollado

Ya en el 2016 La ramada manabita, tenía una concurrida clientela, sin embargo, Clarita y Robert no se imaginaban lo que ese año les tenía preparado. Clarita recuerda cuando en medio de sus tareas de la carrera de gastronomía, escucho la propaganda del mundial del encebollado. Aún no terminaba el spot televisivo y ella ya estaba en el teléfono, preguntando que debía hacer para participar.

Llego el día de la semifinal y entre 10 participantes clasificó a la final de la Provincia de Pichincha. Con emoción recuerda como en la ciudad de Tena ganó su puesto como representante de Pichincha.

La final del campeonato se realizaría en Esmeraldas, recuerda como con Robert y su equipo se prepararon, no menos de mil encebollados era la meta que se plantearon. En la madrugada de un sábado salieron rumbo a Esmeraldas y en el viaje no descansaron pues tenían que pelar un Chimborazo de yucas.

Ya en Esmeraldas en un cálido sábado, a eso de las 4 de la tarde se pusieron manos a la obra, durante toda la madrugada afinaban detalles para el gran día. Muy temprano en la mañana, los jueces empezaron a llegar, ellos degustaban las muestras de encebollado que numeradas y sin nombre estaban dispuestas en una gran mesa. Ningún jurado sabía de que puesto era el encebollado que estaban probando, la competencia fue muy limpia.

Cuando el presentador anunció los resultados, Clarita sentía como su sueño de había hecho realidad, como subir y bajar por las escaleras de un cuarto piso tenía sentido, ella sabía que los asistentes a este festival gastronómico justificaban los retobos de esta manabita que lo único que quería, era cocinar como lo hacen las manabas.

Yo quiero un bolón de verde, pero con mucho chicharrón
Con café un bolón, pero con mucho chicharrón
Allá en Esmeraldas, yo le digo a mi negra que bendigo
Chifle tapado, bollo, cazuela y corviche

Héctor Napolitano - Bolón de verde

 

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