Fiesta de San Pedro y San Pablo en Manta - Manabí

San Pedro y San Pablo, una Fiesta manabita llena de tradición.

Fiestas San Pedro y San Pablo en Manta

Un “generalísimo” ataviado con su uniforme de parada, en el cual no falta ni la gorra militar, preside el cortejo en las tradicionales fiestas de San Pedro y San Pablo que se celebran en todos los pueblos de Manabí. Envestido durante tres días de un “poder absoluto”, el Generalísimo remata su vestimenta con una culebra de verdad que puede medir hasta 2 metros y permanece en sus brazos mientras locales y turistas la admiran y le toman decenas de fotografías.

Las fiestas de San Pedro y San Pablo son las más esperadas en Manabí, donde pobres y ricos, negros y blancos, montubios, mestizos y toda la diversidad étnica del país, se preparan durante un año para rendir homenaje a los santos patronos, a quienes les tienen un respeto extremo. Según las versiones de los ancestros, estos tienen el poder sobre las culebras, la agricultura y la pesca; entonces si en el cielo se encuentran están contentos, en la tierra sus devotos no sufrirán mordeduras de serpientes y las cosechas y la pesca serán muy buenas.

Es por eso que los manabitas no reparan en esfuerzos para agradar a los santos. Es un ritual que se realiza por décadas, desde la independencia de Ecuador, pues desde allí se armaban dos bandos: el de negros que representaba a los indios ecuatorianos y el d blancos que hace referencia a los españoles que llegaron en busca de la conquista.

Con el tiempo la tradición fue mutando. Ahora se organizan dos gabinetes similares al de un Gobierno, cada uno con su Presidente, Ministros, Subsecretarios y hasta Alcaldes. Depende de cuántos integrantes quieren ser parte de tan selecta comitiva. Por supuesto, es importante el aparato militar con su abanderado incluido, que debe hacer malabares con el lábaro del gobierno al que representa en el denominado “duelo de las banderas”. Para el éxito de estas fiestas cada integrante aporta con dinero.

Los presidentes entregan mucho más. Hay casos en que su aportación llega a 30.000 dólares. Es una forma de agradecer cuando se ha sobrevivido a un accidente o una enfermedad. Con todo el dinero que recaudan los organizadores, contratan a las mejores orquestas musicales del país, para que el pueblo baile durante tres días y tres noches.

También compran mucha bebida y comida para atender a los miembros de los gabinetes y a los invitados que llegan a la fiesta atraídos por la tradicional opulencia de las fiestas y la solidaridad manabita.

Los sacerdotes le ponen el toque religioso a la festividad. Con misas, llamados a la reflexión y hasta bautizos,  fortalecen el ritual católico. Los integrantes de las comitivas asisten a las misas y a los bailes vestidos de forma similar. Los del gabinete visten de blanco con sus colores característicos y los de negro igual.

Son tres juegos de vestimentas que hombres y mujeres deben lucir durante los festejos. Así, cada año entre junio, julio y agosto Manabí se llena de fe tradición y festejos en unas fiestas tan antigua que incluso el general Eloy Alfaro Delgado participó.




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