Biblioteca Municipal Baños

En esta librería podemos conseguir obras de escritores nacionales y extranjeros, clásicos y actuales y una serie de revistas muy importantes que acrecentaron nuestra cultura y nos adentraron en el hermoso mundo de la lectura.

Un Centro de Cultura

La actividad cultural de Baños estaba regida por el Colegio Normal Baños institución que se encargaba de todo evento de este tipo. Los clubes de esa época, Baños y Montalvo, especialmente el primero, fueron muy asiduos en buscar mejorar la cultura del pueblo. Luego el Club Milán se destacó en este ámbito a través de muchas manifestaciones socio-culturales. Pero, ninguna institución de las nombradas poseía una biblioteca capaz de ayudar a la formación de los jóvenes.

La Biblioteca Municipal ubicada junto al Árbol de Montalvo, carecía de todo. Apenas tenía unos pocos libros del Cosmopolita, las revistas: Penecas, Billiken, Mecánica Popular y pequeños folletitos sobre la independencia.  Los periódicos de la época: El Comercio, El Tiempo y El Diario del Ecuador, este último que estuvo en circulación por pocos años, eran los diarios que leíamos cuando a nuestros padres les gustaba la lectura y los adquirían donde Don Julio Andrade y luego en la sastrería Cárdenas. Pero no existía una librería capaz de dotarnos de libros importantes para enriquecernos con los conocimientos y con el pensamiento de escritores ecuatorianos y del mundo. Don León Maria Vieira, después de haberse jubilado de maestro, instaló una librería y ya pudimos tener algunos títulos de buenas obras, pero la librería que alcanzó mucha importancia fue la creada por el profesor José María Eras Díaz, maestro amante de la cultura y preocupado siempre por la formación integral de la juventud y de los habitantes de Baños en general. Esta librería estuvo ubicada en la casa del señor Carlos Villalba. 

Por aquellos años, muchas editoriales comenzaron a editar libros en serie o en colecciones que los publicaban cada semana. A esta librería comenzaron a llegar la colección "Clásicos Ariel" de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, con 100 números; la Biblioteca Básica Salvat, también con 100 fascículos y la colección Clásicos Salvat con la misma cantidad de libros. Así mismo cada semana, la editorial Salvat nos hacía llegar fascículos de las enciclopedias MONITOR y FAUNA que los íbamos coleccionando para formar los diferentes tomos. No menos importantes eran las revistas que quincenal o mensualmente adquiríamos en esta librería. LIFE fue una revista que marcó un hito en las publicaciones de este tipo. O Cruceiro, revista editada en el Brasil pero en castellano, nos llegaba mensualmente; Selecciones, una de las más importantes que se sigue publicando hasta hoy, aunque con un número menor de páginas. Vistazo y Estadio, revistas ecuatorianas de excelente calidad, así como Siete Días y Siete Días Deportivo, publicadas por empresas ecuatorianas; además, Hogar y la Familia con temas casi exclusivos para mujeres. A más de los libros y revistas encontrábamos en esta librería música de la mejor, de orquestas y de artistas nacionales e internacionales del momento, música clásica y orquestada en discos de cuarenta y cinco y treinta y tres revoluciones por minuto. Por eso afirmo que esta librería fue un Centro de Cultura

Cada vez que adquiríamos un libro, una revista o un disco, sentíamos que el señor Eras se quedaba satisfecho, no por las ganancias que podía obtener de su venta, sino porque sabía que estaba contribuyendo a formar espíritus fuertes y mentes abiertas al conocimiento del mundo y a la búsqueda de la belleza a través de la literatura y de la música. Con los años, tal vez la euforia de la lectura en los jóvenes fue pasando y el negocio de los libros no era tan rentable, por lo que el señor Eras no pudo mantener esta librería que más que un negocio que le proporcionara ganancias, constituía para él un placer, porque estaba obteniendo el propósito de todo maestro: educar a los ciudadanos. 

Con el avance de la tecnología se dice que el libro va a desaparecer... yo no estoy de acuerdo con ese criterio, porque no hay cosa más sublime que adentramos en la lectura de un libro e ir "saboreando" cada una de sus páginas. ¡El Réquiem por los libros nunca se producirá! 

Autor: Rodrigo Herrera Cañar




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