En Bolívar, una cadena textilera destaca la identidad y el trabajo comunitario

Cuatro mujeres tejen con habilidad bufandas, chalinas y gorros en una habitación llena de coloridos ovillos de lanas. Otras dos han llegado a revisar figurines para sacar modelos de abrigos con diseños andinos.

Las mujeres forman parte de la asociación de artesanas textiles de la parroquia Salinas (Bolívar), que aglutina a tejedoras de diferentes comunidades, las cuales entregan su producción para comercializarla bajo la marca Salinerito.

El negocio textilero comunitario –que tiene su planta de hilandería y tienda de comercialización cerca del centro de Salinas, a 3.500 metros sobre el nivel del mar– pasó un duro momento en los últimos años. Los altos costos de la materia prima afectaron a su vez la venta de productos terminados. El padre Antonio Polo, impulsor de este proyecto, señala que ahora tiende a recuperarse.

La confección es solo parte del tramo final de una minuciosa cadena productiva que empieza con la fabricación de la materia prima en la Hilandería Intercomunal Salinas.

A esa planta, que labora desde las 04:00 hasta las 18:00, llega la lana de oveja y alpaca de Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Cañar, Azuay y Bolívar.

El padre Polo recuerda que en sus años de mayor movimiento, la hilandería llegó a tener más de 40 personas involucradas, ahora están 22, con la expectativa de que vuelva a aumentar esa cifra.

El cliente principal que capta los ovillos de esta hilandería es Texsal, que reúne a las mujeres artesanas de la zona, cuyas prendas, a más de venderse en el mercado nacional, se exportan a Estados Unidos, Alemania y Finlandia.

Vinicio Ramírez, funcionario de la Corporación Salinas, que agrupa este emprendimiento textil, señala que desde que llega la materia prima hasta obtener los hilos puede tomar hasta tres días.

Anualmente exportan entre 80 y 100 mil dólares en fibras de alpaca y lana de oveja.

Yolanda Calderón, quien labora en la hilandería, afirma que trabajan con cuidado en la clasificación de la materia prima para obtener un mejor producto final, que ahora incluye una amplia gama de ovillos de diferentes tonalidades.

Y esa variedad de colores permite crear prendas con mejores diseños y calidad, dicen las tejedoras, entre las cuales hay mestizas e indígenas.

Al comienzo del negocio, las prendas se enviaban a exvoluntarios y amigos italianos del padre Polo, que compraban por la identidad social que involucraba la elaboración.

En la sala de exposición los visitantes pueden adquirir prendas pequeñas desde cinco dólares. “Son hechas a mano, con fibras naturales”, dicen los artesanos.  (I)

El proceso
Hiladora

Selección y secado
La lana de oveja y alpaca se trata, seca y luego pasa al proceso de menuzado.

Maquinado
La lana va a una máquina donde se va consolidando como si fuera una plancha.

Hiladora y madejadora
La lana pasa a la hiladora, luego a una máquina madejadora.

Tinturado
Después de estos pasos, la lana llega a la fase de tinturado para darle color.

Fuente: El Universo




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