Diablos de Alangasí

Tradición centenaria que representa la maldad que existió alrededor de Jesús antes de su crucifixión. La lucha entre el bien y el mal

¿Qué debes saber?

  • Viernes Santo, el mundo católico conmemora la muerte de Cristo en la cruz. En Alangasí,la costumbre y tradición es diferente, el diablo, el antagonista de la fe cristiana, es el protagonista.
  • Alangsí es una localidad a 40 min de Quito, con ocasión de la Semana Santa una inusual representación del Viacrucis: durante la procesión, 24 diablos, incluidos niños, desfilan con máscaras,dinero y revistas pornográficas tratando de inducir y aterrorizar a los fieles.
  • Los diablos interrumpen en ls iglesias de Alangsí y La Merced, en la tarde de Viernes Santo.
  • Mientras los Diablos pasan en su camino los más pequeños se asustan, se esconden  y se aferran a sus padres.
  • Junto a los diablos caminan hasta el templo actores que realizan la remembraza de la pasión de Cristo, con  el personaje de Jeús , soldados romanos y almas santas, inclusive feligreses en señal de luto por la muerte de Jesús posan sobre sus cabezas un cono enorme de 7 m.

En la mayoría de templos católicos del Ecuador. el Viernes Santo es recogimiento, se reza el viacrucis, se medita las siete palabras santose realizan procesiones,  Cristo es el protagonista, en Alangasí los diablos llaman la atención de los creyentes y se apoderan de la iglesia.

"Él (Cristo) es el bien y murió el bien. Quedó gobernando el mal aunque sea por tres días", explica a la AFP Tomás Cuichán, de 55 años, quien es el demonio más viejo de la comunidad.

Para el sacerdote César Arias, la presencia de los diablos en Viernes Santo es una "expresión de religiosidad popular" que busca "representar esa lucha entre el bien y el mal".

En medio de la misa, cuando el padre anuncia la muerte de Cristo, los diablos ingresan al templo golpeando el piso con las espuelas que llevan en sus botas y provocan a los creyentes.

Los demonios "tientan para que no escuchemos la palabra de Dios", manifiesta a la AFP José Males, un alangaseño devoto, mientras espera que se inicie una misa que dura tres horas.

Para este feligrés la actitud de los demonios "está mal porque interrumpen la ceremonia, no dejan escuchar y la gente más se dedica a ver a los diablos".

Desde hace 25 años, cada Viernes Santo, Tomás Cuichán viste de diablo. Lleva una máscara con aterradores cuernos, colmillos prominentes y un libro donde anota los nombres de los "sentenciados al infierno".

"Nosotros representamos a los diablos, pero nuestro sentir está con Dios", dice Cuichán tocando su corazón y señalando al cielo.

Byron Morales, un diablo de 18 años que pintó todo su cuerpo de rojo, explica que cumplir con este papel es un sacrificio. "Soportamos la caminata (de 1 km hasta la iglesia), nos aprieta la careta, el cansancio, el sudor, el sol. Esa es la penitencia", comenta a la AFP.

La fe que dicen sentir estos hombres ahuyenta el miedo.

Según la creencia popular, quien representa mal al demonio lo soñará. Por eso "uno debe hacerlo de la mejor manera posible y teniendo siempre presente a Jesús", dice Mauro Andrango, otro diablo.

"Jesús ha pasado a segundo plano (...) Ellos (los diablos) se han robado el show", manifiesta el padre Arias.

Sin embargo, para la antropóloga María Aveiga, autora del libro "La pasión de Jesús", estos personajes atraen porque llevan "elementos que usualmente son prohibidos".

Agrega que en este tipo de celebración originaria de Alangasí "se une con algunos elementos indígenas".

Antes "se tomaba la careta y se iba a una huaca (sitio sagrado dentro de la montaña) a compactar la careta para que tenga poder del demonio o de una fuerza extrahumana. Se decían oraciones para invocar esto en (idioma) quichua", relata Aveiga.

Algo similar ocurre con las almas santas que llevan estrellas y cintas de colores en los gigantes conos que portan, los cuales llegan a pesar más de 50 kg. En "esa iconografía se integran elementos del kuychi (arcoíris en lengua quichua) que es una deidad indígena", comenta.

El reinado de los diablos se extiende hasta el Domingo de Resurección, cuando los alangaseños ahorcan frente a la iglesia a un muñeco de Satanás y festejan la triunfante resurrección de Cristo.




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