Hostería Dos Chorreras

Infraestructura desarrollada y excelencia en sus servicios, uno de los complejos turísticos más importantes de la región y del país.

Su historia...

El espíritu visionario y emprendedor de Guido Carrasco Rodríguez, inspirado por el espectacular paisaje del “Cajas” con su entorno de innumerables lagunas rodeadas por exuberante vegetación de páramo, rica en biodiversidad de flora y fauna silvestres, hicieron que hace treinta años decida adquirir una extensa propiedad a la familia Toral Amador.

En posesión del predio determinó la viabilidad de aprovechamiento del inagotable recurso hídrico que unido a la óptima altitud sobre el nivel del mar y clima apropiado, configuraban las condiciones de elección para la implementación de una estación piscícola destinada al cultivo de trucha arco iris, especie bioacuática continental con excepcionales cualidades por su inigualable sabor, contenido nutricional y estupendo rendimiento.

Con ese objeto  construyo la infraestructura cubierta necesaria para las aéreas de laboratorio, inseminación y alevinaje, a la vez que muchas lagunas a cielo abierto para las fases de crecimiento y pesca. Estas lagunas por su excelente sistema constructivo con preservación del entorno natural y equilibrio ambiental, se incorporarían más tarde al proyecto de desarrollo turístico con la pesca deportiva, constituyéndose en una apasionante actividad para los visitantes dentro de su amplia agenda de distracción. En este contexto de ideas y realizaciones surgidas al paso, el propietario vio la necesidad de un lugar para estanca familiar, emprendiendo la construcción de un cabaña rustica amplia y armoniosamente diseñada; la misma que posteriormente fue transformada en restaurante y cafetería al servicio de la población creciente de la ciudad de Cuenca y del Ecuador que concurría el primer sábado de cada mes del año al denominado “Jardín de la Virgen”.

De esta manera, se crea Hostería “Dos Chorreras”, nombre que hace relación a dos preciosas cascadas de agua cristalina que cual madejas de plata se precipitan desde la cumbre de la imponente montaña para inundar con vida la ondulada llanura de este privilegiado espacio de la geografía andina.




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