La breve historia del Sanjuanito "San Pedro de Alausí"

Autor y letra del Sanjuanito San Pedro de Alausí

¿Qué debes saber?

Para nadie que se crea un alauseño de verdad puede pasar desapercibido, que el compositor del Sanjuanito “San Pedro de Alausí” es don Juan Bolívar Guerra Cambal.  En verdad el himno popular de nuestra tierra, melodía que al oírla hace  que la piel se nos erice; que el corazón comience a palpitar más rápidamente y un deseo irrefrenable de buscar pareja y ponerse a bailar. Esta canción ha llegado a tener tanta influencia en la vida de los alauseños, que al oírla involuntariamente nos trasladamos en nuestra imaginación a las tardes de toros.

Toda su letra se ha escrito haciendo referencia a esta sin igual celebración. En definitiva esta canción, se ha convertido en un verdadero clásico musical de estas festividades. ¡Qué hogar no dispone de esta canción, para así disfrutar la vida!. La mejor receta para superar la nostalgia y los momentos difíciles por los que todos pasamos, es una buena dosis de la música, San Pedro de Alausí.

Producto de su espíritu inquieto, y fecundo, abonaron para que en un momento de inspiración se dedicara a coger papel, pluma y escribir la letra de esta memorable melodía.

Decía que tuvo como inspiración al popular hombre campesino, que para intervenir en las corridas de toros, de las que se programan a fines del mes de junio de cada año en Alausí, en honor a su patrono San Pedro. Sale de su aldea, de su comunidad; vestido de sus mejores prendas; y desde luego, sin olvidar su inseparable ponchito, que desde luego no se lo pone; sino que bien dobladito, se hecha al hombro. No  descuida tampoco de llevar sus sucrecitos,  que le servirán para brindar uno que otro canelazo.

Cuando llega a la plaza y observa a la concurrencia, comienza a dar una vuelta alrededor de todos los palcos construidos apropiadamente y en cuyas plantas bajas funcionan las consabidas cantinas. Se encuentra con amigos, le invitan a los canelazos, unos tragos van y otros vienen, entre risas y griteríos; se entusiasma tanto que desata el pañuelo que contiene todos sus ahorros y comienza a derrocharlos a lo largo de la tarde. Pide un nuevo turno de canelas. Al calor de los tragos; le entra el deseo irrefrenable de entrar a la plaza.

Al ver un toro que derrocha bravura y que sale al ruedo luciendo una artística colcha en sus lomos, resuelve enfrentarse con el astado, saca los lances con su poncho y logra arrebatar la colcha del toro que furioso le embiste, pero no se deja coger y triunfa. Finalmente sale con la colcha como trofeo.

Los amigos lo rodean y le felicitan, llevándole a la cantina en donde se emborracha, se queda dormido, le roban la colcha y sus pertenencias. En pleno chuchaqui tiene que regresar a su aldea sin la colcha, el pañuelo, los zapatos y el dinero que le habían “madrugado” en esa feliz tarde de toros.

La letra de esta canción, la compuso en el año de mil novecientos treinta y ocho y su grabación se llevo a efecto en el año de mil novecientos sesenta y ocho, en un disco de acetato de cuarenta y cinco revoluciones por minuto, con una canción mas: “Mi bello Alausí”. Casi a los treinta años que compuso la canción se pudo grabar, según confesaba, por  que no le gustaba que se explote con la música; como es una costumbre en la actualidad y también porque en aquellos años no existían los patrocinios que en estos tiempos son tan comunes. Desde luego mereció pequeños reconocimientos. Recuerda con mucha gratitud al Centro Social de Alausí, en Guayaquil, por el homenaje que le hicieron y el botón de oro que le obsequiaron.

San Pedro de Alausí

En busca de placeres abandone mi aldea

me encamine Alausí, con mi ponchito al hombro

a festejar San Pedro

 

A al llegar a la plaza, la gente entusiasmada

aplaude a un torero que saca regios lances

a un astado fiero que luce linda colcha

y embiste vigoroso a todo el que se asoma

 

Me acerco a una barrera para esquivar al toro

y un paisano a mi lado, me abraza cariñoso

y me invita un trago

 

Me entra el entusiasmo, desato mi pañuelo

y pido que repita el turno de canelas.

Me lanzo en pos del toro, que me embiste furioso

y arranco limpiamente la colcha de su lomo

 

La gente entusiasmada aplaude mi jugada

y salgo entre los brazos de un grupo de paisanos

que me dejan chumado sin colcha y sin pañuelo

y regreso a mi aldea, chuchaqui y pata al suelo.




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