Luis Flores: el querido tendero del barrio

Comercial Flores, una particular tienda de abastos, ubicada en el centro de la ciudad, atiende a los vecinos de Riobamba por más de sesenta años, este emprendimiento que lo administra Luis Flores lo impulsó su esposa Dolores Beatriz Cifuentes.

Tiene 62 años de casados y su relación sentimental dio inicio también a lo que ha sido un negocio próspero con el cual han podido mantener a su familia y dar educación a sus hijos. “Cuando nos casamos empezó una sociedad de cariño comprensión y respeto que es el éxito para estar juntos tantos años” asegura.
La “yapa”, que completaba la compra y que consistía en obsequiar rompe muelas o galletas, terminó siendo determinante en el negocio que empezaba. “Teníamos mucha clientela pero en definitiva, toda la vida Dios nos ayudado”, rememora Don Luis.
Es una tienda que tiene de todo a más de los abarrotes golosinas y gaseosas que es habitual se encuentra aún: manteca de cacao para labios resecos, guitarras, caretas, velas para fiestas religiosas, cirios de colores, piedra pómez, jabón negro, colaciones entre otras cosas.
Doña Beatriz trabajaba donde la familia Gallegos y se ganó el aprecio de Victoria Gallegos, que le apreciaba y quería mucho, cuando su salud se empeoró por una fuerte asma le propuso que ella administre el negocio.
Había de por medio un matrimonio y era la oportunidad de crecer y trabajar, luego de aceptar la invitación administraron el negocio hasta hoy, la tienda al inicio se estableció en la calle Guayaquil y Colón junto al edificio donde tenían los consultorios odontológicos la Familia Cifuentes, se pagaba de arriendo 100 sucres.
Recuerda que no se ganaba mucho en el negocio, toma como referencia que muchas madres de familia hacían las compras diarias, invirtiendo cinco sucres llevando compras como fideo, manteca, sal, harinas varias medidas por onzas además se compraba el arroz, “que sólo se comía los domingos”.
Vendían en los primeros años de tener y administrar el negocio, implementos de ferretería como serruchos, clavos, tornillos, machetes, alambres, linternas, pero poco a poco dejaron de hacerlo pues aparecían negocios especializados en la ciudad. Una clave de su negocio fue el hecho de que se acoplaron siempre a los cambios y circunstancias, a lo que pedían sus clientes, poniendo otros artículos y ampliando lo que se ofrecía. La venta de las guitarras – por ejemplo - tiene más de cincuenta años Gualberto Barrera oriundo del cantón Tisaleo (Ambato) les entregaba, cada guitarra costaba 25 sucres “al por mayor”.
Los tiempos cambian la competencia de negocios similares en una ciudad que iba creciendo aumentaba, antes dejaban toda la mercadería a crédito, sin papeles de por medio sino con la palabra de pago cada semana quince días o al mes
“Nos confiaban sin problema la cantidad de mercadería que necesitáramos recuerdo siempre la confianza que tenía en nuestro negocio un señor Pazmiño que tenía una distribuidora en el sector de San Francisco y que nos entregaba el arroz”, indica.
El horario de atención era desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche sin cerrar al medio día. Siempre los niños fueron parte del día a día, acompañaban a realizar las compras a sus padres y ellos recibían la “yapa” una deliciosas galletas de maíz que una señora de nombre Tomasa les dejaba un quintal cada semana,
Luis Flores cree que el siglo anterior, mientras estábamos con la moneda del sucre, había más movimiento económico, la gente tenía un nivel de ahorro y un buen pago de los intereses. “A fin de año se vendía muchísimo, porque hacían compras para la celebración de Navidad y Fin de Años los vinos para el brindis, caramelos, chocolates, algún enlatado especial”, rememora.
La compra de la casa donde funciona el negocio actualmente, en la esquina de la calle Primera Constituyente y Magdalena Dávalos, fue de un momento a otro, una señora que compraba ocasionalmente estaba esperando que se desocupe de sus actividades habituales y dijo que quería hablar algo importante con él.
“No teníamos dinero como para una inversión de esa naturaleza sin embargo la señora me dijo que quería hablar una palabrita conmigo y que su esposo quiere vender la casa con facilidades, pues pedía sólo la mitad y el resto que les pague como pueda, que en realidad estaban pasando por una necesidad”, recuerda Luis Flores.
Fue con su padre a conocer el inmueble, para entonces era un lugar donde terminaba la ciudad y estaba rodeado solo de terrenos con cabuyales y algunas quintas, estaban los talleres de ferrocarril en una calle cerrada.
La casa había estado hipotecada y estaba a punto de ser rematada, lograron reunir el dinero para pagarla y firmaron las escrituras, la diferencia lo pagaron en poco tiempo y de pronto tenían una casa “La bendición que nos puede dar Dios es el poder tener un hogar propio”, explica
Ese hogar lo formaron con el paso del tiempo siete hijos, dos fallecieron repentinamente, destaca en cada uno de sus hijos su bondad y cariño. “Todos nos vienen a halagar, están pendientes de nosotros, nos llevan a pasear, hace lo posible por vernos felices”, indica.
Sobre el trabajo esforzado de un tendero indica que la buena atención es clave en el negocio y eso de la experiencia. “Hay que tratar a la gente con delicadeza y respeto, además de tener siempre los precios justos, eso le gusta a las personas”, explica con seguridad y claro “se debe tener siempre sueltos” según recomienda.
Se vende aún en abastos Flores los paquetes de velas de todo tamaño y número además ahora también de todos los colores e incluso perfumadas, que las entrega la fábrica Santa Mónica de Quito, de igual manera es de los pocos lugares en Riobamba donde se compra el zaumerio para las celebraciones religiosas, tiene la manteca de cacao y el jabón negro para la caspa que le trae un proveedor cuencano y la piedra pómez, que aunque ya no se vende como antes, le entrega un proveedor de Salcedo.
Entre las gaseosas de toda la vida recuerda la Orangine cuya fábrica estaba en Quito la cola Tropical que venía desde Guayaquil, la tradicional Guitig desde Machachi, la leche Indulac con su procesadora en Laso y la Cerveza además de la Malta, esta última venía en presentación de botella grande y pequeña.
Las balanzas como un elemento de trabajo, la adquirían en varias ferretería o distribuidores de entonces recuerda que habían negocios del señor Vega, del señor Vacacela o del señor Pino. Tuvieron como correspondía a su actividad las eficientes Romanas para pesar mayor carga la de su negocio que la compraron en Guayaquil la vendieron pues en algún momento dejaron de vender al por mayor.
Es llamativo ver en su tienda las diferentes caretas de fiesta de cartón, muy tradicionales, éstas le entrega Jorge Ninapugza un artista de Salcedo, las colaciones el siglo anterior le entregaba Rosa Condo de Guano que falleció y ahora le entrega Victoria Terán.
Se encuentra también los tradicionales aventadores que se ocupaba más en las familias de antaño, para tener el fuego encendido en fogones y braseros, otra venta permanente era de las pilas para radio. “Aparecieron éstos aparatos pequeños y portátiles y cada uno llevaba el suyo para que sea la compañía en el campo y para las fiestas”, asegura.
A Luis Flores le gusta disfrutar hasta ahora de la música ecuatoriana que es su favorita sus artistas favoritos Carlota Jaramillo, los Hermanos Miño Naranjo y las hermanas Mendoza Suasti los pasillos Viñedos y Lamparilla son sus favoritos.
Lamenta que la modernidad haya cambiado a las personas, “antes había mucho respeto hacia todos, eran buenos vecinos que actuaban con sinceridad, pero ahora el tiempo ha cambiado”, indica con nostalgia.
Hincha del Centro Deportivo Olmedo como corresponde a este buen riobambeño, sin duda es un ejemplo de trabajo honesto y dedicación absoluta, padre cariñoso y abuelo consentidor es modesto y sencillo y su sonrisa es una marca registrada el momento de atender, sin el más mínimo cansancio después de más de sesenta años de trabajo ininterrumpido.

Lo dijeron:

“Hace cuarenta años que vengo a este negocio poder servirme las colaciones que no siempre se encuentra es un desde niña venía además a comprar los chocolates y galletas, es un personaje muy querido amable y cordial” Ema Valle, cliente.
“Para ser felices en esta vida hay que tener amor y temor a Dios y trabajar intensamente, allí radica el secreto de una buena familia y de la felicidad” Luis Flores, tendero.

Las anécdotas:

  • El proveedor que le entrega la piedra pómez le comenta que algunos no saben de qué se trata ni el uso que tiene ese producto.
  • Entre risas a la pregunta de que es lo que vende más? Dice que los cigarrillos, sea de mañana tarde o noche y al “menudeo”.
  • Cada día lee la Biblia, confirmándolo como un hombre de mucha fe, encuentra en cada uno de los párrafos algo para pensar y reflexionar.
  • Los domingos había unas comerciantes que llevaban achiote y comino a las ferias de Guamote y Chambo para intercambiar con productos y hortalizas, esa venta les hizo levantarse por muchos años a las cuatro de la mañana pues ese permitía que lleguen con tiempo a las ferias, “era un grupo de unas veinte personas, pero significaba también una ventita segura” señala.
  • En referencia a que se mantiene muy bien a pesar de su edad refirió que el entrevistador también estaba joven y aunque eso causó risas en el estudio de parte de los camarógrafos ratificó el comentario diciendo muy alegre que “el presentador está súper lux!

Fuente: La Riobabeñidad




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