Don Simón, más que sombreros Teje sueños

Simón Espinal Espinal tenía 14 años cuando aprendió el mágico arte de elaborar sombreros finos de paja toquilla.

Igual que su padre y su abuelo, los habitantes de la pequeña comunidad de Pile, en el cantón Montecristi de Manabí, se han dedicado a esta labor por décadas y Simón lo hace con mucha pasión.

Ahora tiene 49 años y posee varias técnicas que le permiten confeccionar los sombreros más finos de toda la región, al punto que solo fabrica dos en todo el año y para clientes exclusivos como las estrellas de hollywood. Su ídolo Sylvester Stallone, a quien admiraba tanto en Rambo o Rocky, lo luce orgulloso en eventos especiales.

Simón se encarga de absolutamente todo el proceso. Adquiere la palma de paja toquilla que se cultiva en los campos de su tierra. Luego cuando está en el punto adecuado la cocina y la pone a secar hasta que adquiera la consistencia que necesita para ser manipulada.

Allí luego viene el trabajo “quirúrgico”. Cada fina hoja de la palma la trata con sumo cuidado. La naturaleza le adaptó las uñas de los dedos pulgares como si fueran bisturís y con ellas divide con precisión cada penca, “solo en este proceso me demoro dos semanas”, comenta.

Cuando sabe que tiene la paja más fina se dedica a tejer. Minuciosamente, con una paciencia de enamorado no correspondido, teje en la mañana y en la tarde. “Cuando hace sol no se puede tejer porque se seca la paja y se parte, por eso los mejores meses para trabajar es de junio a noviembre porque el clima lo permite” expresa. Día a día En vuelve a hilar la paja y el accesorio va tomando forma.

En Pile es el único lugar de Ecuador donde se confeccionan sombreros extra finos, se marca una finura de 58 grados que es como les encantan a los miembros de la realeza, a los artistas, empresarios y las autoridades mundiales, sin embargo una vez, Simón en un obsesionado desafío, logró un sombrero de 62 grados que es considerado una pieza de museo.

El sombrero fino se puede doblar de cualquier manera y siempre recobrará su forma original tan famosa desde que se llamaba “Panama Hat” porque el presidente de EEUU lo utilizó en la inauguración del canal interoceánico de ese país. Simón sabe la historia y se apresura a explicar que el sombrero es de Montecristi, por eso en la caja de madera donde se entrega queda bien establecido aquello.

Simón para tejer se apoya en un altar o pedestal, que es un palo de balsa de un metro de alto que se remata en la parte superior por una pieza redonda similar a la cabeza de una persona allí se pone el sombrero para que tome su caprichosa forma. En ese altar, que lo tiene hace 10 años, el artesano pasa horas y horas y lo cuida con devoción casi sagrada y está pendiente que no se destruya.

La vida de Simón cambió en el año 2000 cuando por esos lares llegó el norteamericano Brent Black y se encantó por su labor entonces inició una sociedad.

Simón los elabora en Pile y Black los comercializa en Estados Unidos, debido a la complejidad de cada accesorio solo fabrica uno cada seis meses. Estos son vendidos hasta en 25 mil dólares.

La sociedad ha dado resultados el artesano de Pile tiene un sueldo mensual y además un bono cada que se vende el afamado accesorio. Su calidad de vida ha mejorado mucho, reconoce y agradece.

Así Simón y su familia pasan sus días en esta ancestral labor en una comunidad fresca y que cada día recibe la brisa de la mañana, brindando una temperatura primaveral. Su esposa y sus hijos también elaboran sombreros, en realidad casi todos los habitantes de Pile lo hacen, sin embargo nadie le pone esa devoción extrema que aplica Simón en cada sombrero. Cuando uno lo ve tejer da la impresión que allí deja parte de su vida.

Por: Lili Flores




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