Delicias de Doña Angelita en Solanda

Propietarios: Angelita Tul y Luis Llumiquinga. Su ardua labor se encuentra recompensada con satisfacción de sus clientes, al degustar la increíble sazón que se encuentra en cada plato típico.

¿Qué debes saber?

  • Mercado de Solanda, Bonifacio Aguilar y Juan Barreiro, en Solanda.
  • Horarios: Durante todo eldía a partir de las 07h00 am
  • Tiempo de Funcionamiento: 24 años. 
  • Menú: Café con botón, chocolate con sánduches varios, yahuarlocro, guatita, caldo de gallina, seco de chivo. 
  • Plato Estrella: Yahuarlocro
  • Recomendaciones:  Si acostumbra ir a comer después de hacer las compras, procure llegar temprano, es posible que después de las iihoo los platos más preciados escaseen. 

La más querida de Solanda

Un cartel inmenso que detalla el menú completo, identifica al puesto de comida más concurrido del mercado de Solanda. Todos quieren comer donde doña Angelita, dueña de una sazón única y de una generosidad inmensa, que se expresa en la contun-dencia de los platos que ofrece. Ella, un tanto reservada, trabaja detrás del mostrador preparando la comida, mientras dirige a sus tres ayudantes —entre los que se cuentan su esposo y uno de sus hijos— y se asegura de que todo el proceso de servicio resulte impecable. Sus jornadas empiezan a las 02h00 con la preparación de los alimentos que se sirven desde las 07h00 y hasta antes del mediodía, momento en que todo lo preparado se termina, sin excepciones. El cliente es exigente y siempre pide algo extra, la yapa infaltable.

Como a doña Angelita le gusta que todos queden satisfechos, los fines de semana prepara cantidades mayores de todo para la oleada masiva que la visita, por lo que el trabajo se extiende hasta entrada la tarde, cuando los últimos comensales dejan el comedor. Como parte de una ampliación estratégica del negocio, ella también cocina los platos costeños que se ofrecen en el puesto de don Luis, su esposo. Ambos locales parecen uno solo, pero aunque ella insiste en que no, con una sonrisa acepta que las ganancias van al mismo hogar. Desde temprano en la mañana en el mercado de Solanda, las mesas metálicas que llenan el come-dor, permanecen rebosantes de platos y no se distinguen muchas sillas libres. Es que en este barrio del sur de Quito es común, antes de partir a trabajar o a hacer deporte, que familias enteras consuman para el desayuno un yahuarlocro, un arroz con guatita o un café hirviente con bolones de verde. Cuando alguna mesa se desocupa, don Luis, al tiempo que la vuelve a dejar limpia, se encarga de ocuparla con los fieles que aguantan de pie, lo que sea necesario. Doña Angelita cuenta que se dan casos en que los clientes, intencionalmente o no, se van sin pagar, pero que también es normal que, atraídos por la sazón de sus recetas, regresen para repetir la experiencia y cancelar aquellas deudas "olvidadas". Son tantos los comensales que a ella parecen no importarle esos olvidos, y sigue preparando sus platos con la misma dedicación mientras mira, satisfecha, cómo arrasan con su comida. 

 




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