La Feria Baños

La feria en Baños de Agua Santa, llena de colorido, artesanía, música, gastronomía que enamoran a turistas nacionales e internacionales.

Postales del Ayer

Es domingo, la plaza de la iglesia se ha poblado. Las carpas de las tiendas cual blancas velas de barcos peculiares, se elevan al viento, se inflaman por el aire amarradas a y   mástiles azules sobre un mar de sombreros, de ponchos, de chalinas que van de aqui hacia allá, llenando los espacios, buscando "hacer las compras" o saciando apetitos dormidos en los días de horas vigilantes, guardados en secreto, buscando anhelantes encontrarse bañados de jolgorio de fiesta, con multitudes venidas de paisajes perpetuos, rociadas en auroras de sensitivas nubes que despiertan delgadas de una noche de estrellas.

La Feria

 Las voces se hacen música y esparcen por el aire notas de invitaciones a caseras que pasan blandiendo sus canastos o admirando colores pomposos, en sedas convertidas en magnánimas prendas, por manos que obedecen a moldes de la moda. 

Alimentos y Comida

El azúcar se ha vuelto barquitos de colores, inocentes canastos pintados de rosado y caramelos tiernos que giran incansables en fogosas ruletas impulsadas por niños de miradas ansiosas, que han soñado tenerlos, guardando sus recreos, para sentirse dueños de ilusiones perdidas en cada gira y gira. 

El trigo que esparcía en las comarcas su susurro de mirlo y el maíz de mazorcas de blanca dentadura, han leudado en las mesas gigantes, amasadas a fuerza de manos imponentes convirtiéndose en copos de nieve. En hornos de carbón y de leña han dorado sus barrigas, para ofrendarse al mundo en panecillos áureos, en rosquillas crocantes, en caracoles llenos de dulzura, en allullas que se deshacen en migajas. Reposando en vastos canastos exhiben sus aureolas, que producen sabores aún sin saborearlos. 

El picante, patentado en el pueblo, porque no hay otro igual a lo largo del mundo, salta de tumbo en tumbo en las pailas de bronce, ardiendo en la fogata de leña de los montes, junto al sensual hornado, salpicado de verdes perejiles y cebollitas blancas, brindado en platillos de rosas enlozadas, con tortillas bañadas de transparentes hilos, que doran los suspiros en braseros chispeantes. 

Los negros capulíes de ponchos salasacas, los chochos con tostado, dormidos apacibles en costales de yute, es la gentil vianda que alivia los pesares de estómagos constrictos. Rosas de coco y leche, de mora, naranjilla, de guayaba madura, de frutilla y de piña navegan en barquillos en manos del "torero', deshojándose tenues al calor del ambiente, desafiando los llantos de niños anhelantes de posar con un beso en los pétalos suaves de exquisita dulzura. 
Reposado su rostro de labios carmesíes y ojeras azulinas en un florero yermo, impasible y lozana, está en espera constante la Rosa Encantada, pitonisa del tiempo, acuñando las frases de amores que se fueron, de fórmulas secretas, de conjuros eternos, de vidas alargadas, de encuentros subyugantes, de futuros inciertos. 

Aves 

Periquillos cantores se han vuelto adivinos en jaulas misteriosas. Con su pico travieso escogen la suerte de los enamorados. El parlanchin de oficio, inflando su garganta con voces destempladas, ofrece "curas" estrafalarias a extasiados oyentes que han llegado atraídos por secretos guardados en baúles piratas. Los cantores de notas destempladas ofrecen cancioneros y el timador de dados y bolitas traviesas, planta su fullería con ganancias efímeras. 

Sonidos

Las campanas repican sus llamadas a la misa de doce, la plaza deja oir su tristeza de ambiguos lamentos, se han arriado las velas y solamente quedan sombríos esqueletos plantados en el polvo, esperando que vuelvan los domingos de feria. 




Publicado en:


Publicado por: