Una visita al parque nacional Podocarpus desde Zamora

 Un viaje relatado por José Vicente Noboa, un coleccionista de cascadas

Elegir el Parque Nacional Podocarpus como destino de mis vacaciones fue sencillo, llevaba casi un año ilusionando por ir a las provincias de Zamora Chinchipe y Loja, para acceder a las dos entradas de esta reserva. No mucha gente conocía del parque cuando les comentaba que iría allá, lo cual me daba una motivación extra. En cada viaje hay una suerte de descubrimiento y este me permitía incrementar el goce de lo exótico.

Mi plan era sencillo, ingresar por la entrada de Bombuscaro en Zamora y salir por la de Cajanuma en Loja. Ahora me río de esa idea. No se desanimen, es posible y no soy el primero que lo pensó; sólo que días después, cuando conversé con un alemán que me hospedó en su hostal en Vilcabamba, todo me quedó muy claro: se necesita algunas visitas y días disponibles para hacer ese cruce del Parque Nacional Podocarpus y sus senderos. Sus amigos viajeros lo lograron en 11 días y al sexto intento. Quizá sea posible en menos, los amables guardabosques del Podocarpus seguro podrán guiarlos.

En cada viaje hay una suerte de descubrimiento y este me permitía incrementar el goce de lo exótico.

¿Por dónde empiezo, oh gran Podocarpus?

El parque tiene 146.280 hectáreas y su altitud está en un rango que va de 960 a 3.800 metros sobre el nivel del mar (msnm.). Ya que iba a ir desde la costa, preferí ahorrarme algunas horas de viaje y conseguir un vuelo a Catamayo en la provincia de Loja (desde Guayaquil aproximadamente $100), donde fue una delicia visual ver desde el cielo la cordillera marrón que hay en el sur ecuatoriano. Desde allí hasta Zamora son aproximadamente 2 horas en bus (Taxi Aeropuerto-Loja $20; Bus Loja-Zamora $2,50). La carretera es muy buena y la ciudad de Zamora pequeña, pero cálida en todos los sentidos. El alma del sitio es el río Bombuscaro y el reloj gigante y luminoso en la noche, adosado en una ladera que se ve desde casi cualquier punto.

En Zamora puedes encontrar alojamiento en los alrededores del Terminal terrestre, con precios que fluctúan entre los USD $8 y USD $20. Yo preferí hospedarme en las afueras de la ciudad, a unos diez minutos, en el enorme ecolodge Copalinga (USD $28 la noche) administrado por una familia belga, donde además pude ver aves con colores increíblemente brillantes. Ese día fui el único huésped, lo cual condimentó mi excursión con ese toque de soledad que toda aventura transformadora requiere.

No perdí tiempo, y tomé la carretera que te conduce al Parque Nacional Podocarpus Zamora. En auto son 20 minutos, podrás detenerte a ver pequeñas cascadas y beber de ellas. Refrescante. A las 14:30 ya estaba en el estacionamiento de bosque. Una gran montaña a tu derecha y una quebrada a la izquierda que da hacia el río Bombuscaro te hace entender que no hay otro camino, solo seguir adelante. Pero ojo, llegar al estacionamiento no significa que hayas entrado al parque; pues deberás realizar una caminata de 20 minutos para llegar a la administración. Me crucé con un par de chicos, de apariencia anglosajona quienes regresaban del parque bastante transpirados. Luego entendería el porqué esto es turismo de aventura en Ecuador.

Entonces empezó a llover. La señora del hostal me había advertido que llevase protección por si llovía, así que ahí andaba con un impermeable improvisado, preocupándome de que no se moje la cámara y aun sin hallar la entrada. Vi el primer letrero por fin, uno muy emocionante: Río Bombuscaro, donde podía bañarme… en teoría. Al bajar un resbalón me hizo confirmar la importancia de conseguir un bastón. La lluvia puso algo correntoso el río y preferí no meterme, pero disfruté mucho de su sonido.

Cuando llegué a la administración, la lluvia había cesado y el sol asomó de tal manera que me secó en pocos minutos. Allí hay un centro de interpretación ambiental y un salón de uso múltiple para actividades de educación. Me registré y pregunté por los senderos. Me di cuenta de que no podría tomar todos. Por ejemplo, tuve que descartar el sendero Higuerones, pues toma 7 horas de recorrido. De todos modos, el que me interesaba más era el que me llevaría a la Cascada La Poderosa; también el sendero Urraquita Verde y el Mirador 1, todos están catalogados de dificultad media. Es preferible llevar ropa ligera, zapatos de montaña o botas, protección contra el sol, repelente de insectos y agua.

La caminata a la cascada debiera tomar 45 minutos, pero yo me dejé llevar por los árboles todos llenos de musgo verde, casi fosforescente; perseguir con cautela a alguna mariposa, pues hay unas cuyas alas mitad magenta, mitad transparentes que me cautivaron; las raíces rojas que parecían serpientes; La Poderosa y en definitiva, tantos pequeños seres vivos y creérmela que por fin estaba allí en el Parque Nacional Podocarpus Zamora, hizo que ese trayecto me ocupe casi dos horas.

La Poderosa hace gala de su nombre

Después de escuchar el rugir de la caída del agua sobre las piedras, el primer golpe de vista que le di a La Poderosa me hizo brincar de alegría. La cantidad de piedras de río que hay en el lugar es el ideal para sentarse a pensar, cantar, creer… tanto así que desde entonces me declaro un coleccionista de cascadas, pues si me dicen que hay una cerca, ahí estaré.

Fue entonces que lamenté no tener tiempo suficiente para explorar más senderos. Fui un rato al orquideario, luego al mirador del río Bombuscaro para observar ese motor de la naturaleza en acción. Otra vez será. Mil retornos me esperan.

Al regresar parece que los guardias fueron a sus aposentos, y no pude despedirme. Intenté llamar un camioneta, pero no tenía señal de teléfono, así que me tocó caminar más de una hora hasta llegar al hostal. No había sentido esa sensación de completo aislamiento desde hace mucho tiempo. Era un hombre caminando por una carretera solitaria avanzando hacia el anochecer, con cada paso uniéndote a ese parque de manera entrañable.




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