Vivero Orquideario Rose

Las orquídeas tienen y dan vida, más allá de lo que se piensa, es como si tuvieran alma, como si comprendieran todo lo que sucede

¿Qué debes saber?

  • Este hermoso orquideario es un sitio turístico de libre acceso.
  • Está Ubicado en Mera, en la provincia de Pastaza.
  • Ya tiene casi 40 años
  • Rosita Vaca inició con este pasatiempo que se convirtió en pasión, cuando tenía aproximadamente 25 años.
  • Ofrece visitas guiadas y muestras de sus orquídeas y otras plantas.
  • No tiene costo, pero siempre es buena idea dejar una propina.
  • Los horarios de atención van de 9am. a 12pm y de 3pm a 6pm.

A veces, las siento tristes y les hablo, al poco tiempo están mejor, llenas de vida y color.

Empezó con esta pasión desde niña, pedía que le regalen patitas para poder sembrarlas en su casa. Iba rescatando las orquídeas que veía caídas o en sitios en los que no sobrevivirían. Parece un cuento, una fábula, es el realismo mágico en su máximo esplendor, solo imaginen a una niña en la amazonía ecuatoriana, recolectando orquídeas como si fueran gotas de lluvia, esas mismas orquídeas que en otras partes no existen o cuestan mucho dinero. Para ella eran muchas, pero jamás demasiadas. Las quería cuidar a todas.

No sabe de dónde vino este gusto, puesto que sus padres le incentivaban a sembrar plantas para alimentarse, pero Rosita se la jugó por la belleza, desde niña, y al crecer, al contrario de desaparecer ese gusto, se convirtió en pasión y la cultivó a tal punto, que ahora, en Mera, es el único orquideario. No cobra la entrada, porque ella quiere que la gente conozca de la belleza natural que hay en su bello ecumen. Sin embargo, creo que es justo que quienes la visiten le aporten una propina, porque nos brinda algo que no es tangible, pero que visibiliza uno de los tesoros más grandes que tiene el Ecuador: su naturaleza.

“De esto no tengo beneficio de nada, lo hago porque me gusta”, dice con gran orgullo. Es difícil, pensar que alguien haga algo sin interés, tal vez porque a veces estamos demasiado contaminados de consumismo y pensamos en acumular cosas materiales, cuando en realidad, lo que podemos llevar a todas partes son los recuerdos.
Este orquideario tiene aproximadamente 38 años, lo inició cuando tenía 25 años, tal vez poco más. Lo cuida desde ahí, cada orquidea, cada planta es especial para Rosita. Cuando la gente la visita se presenta, les cuenta su bonita historia y les hace un recorrido para que puedan apreciar sus bellas flores.

Hay una gama impresionante de orquídeas en su jardín, pero nunca son suficientes, puesto que cuando sale a caminar y se encuentra con alguna orquídea en peligro, la lleva a su casa, la cuida, la planta y la alimenta. Me dice que ellas le retribuyen dándole alegría, buena energía, y porqué no, hasta vida. Al parecer, es una maravillosa terapia.

Me cuenta que sus hijos pensaban que estaba loca, porque les hablaba a las plantas, sobretodo cuando les notaba algo caídas o enfermas. Luego como un “milagro” se ponían nuevamente verdes, fuertes y florecientes. Pasó eso muchas, tal vez innumerables veces. Hasta que al final, sus hijos terminaron por convencerse de que no es locura. Yo pienso que lejos de la locura, muy probablemente se trate de un conocimiento intrínseco, de sabiduría genética, o de amor incondicional. De cualquier manera, lo que hace Rosita es maravilloso.

Sueña con que sus hijos hereden el orquideario, porque, dice que cuando muera ella vivirá en sus hijos y por supuesto, en sus plantitas y brillará y dará alegría. Sueña con que más gente vaya a ver sus orquídeas, porque son hermosas y su sola contemplación es como una cura para el alma.

Para ella no hay orquídea favorita, son especiales, cada una, como sus hijos. Distintos e irrepetibles.

Invita a la gente para que la visiten, ella les espera con los brazos abiertos, con una sonrisa franca y con sus orquídeas, que como sus hijos, están llenas de color y vida.




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