Fiestas del Paretón en honor a la Virgen de la Asunción

Desde el siglo XVI hasta fines del XIX, se celebraban tres romerías anuales al monte. La primera se realizaba el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen, patrona de Aledo y a su regreso a Totana se pasaba el día de romería en La Santa.

Fiestas de la Virgen de la Asunción en Totanas

Fecha: 14 - 17 de agosto

Cientos de fieles acompañarán parten junto a la Virgen de la Asunción en la procesión marítimo-terrestre que cada año se celebra en la localidad de Los Alcázares, como cierre de las Fiestas de la Mar, que enlazan con la Semana de la Huerta, un evento que hermana las tradiciones de tierra adentro con las ancestrales de los pescadores del Mar Menor. Antes de la procesión se celebrará una misa en honor a la Virgen.

La imagen es obra del escultor e imaginero pilareño José Sánchez Lozano, que la esculpió en el año 1951, con motivo de la proclamación del Dogma de la Asunción, copiando el diseño de otra anterior y añadiéndole una mayor policromía. Representa el momento en el que la Madre de Jesús asciende a los cielos, por eso tiene los brazos en altos y descansa sobre un trono de madera, diseñado por el pintor lorquino Manuel Muñoz Barberán, una estampa que lució ayer en los estandartes que los vecinos de Los Alcázares cuelgan en sus balcones.Desde que en el año 2007 

 Otra de estas romerías tenía lugar durante la feria de septiembre y la tercera se celebraba el 10 de diciembre, Día de Santa Eulalia.  Las causas que explican esa tendencia de los totaneros a subir al monte son dos: rendir culto a su patrona y pasar unos momentos de diversión para alejarse de las obligaciones del trabajo y la vida cotidiana.

  Durante siglos, ante penalidades y catástrofes naturales, la mirada de los totaneros se volvía hacia la Santa. Con intención de rendirle culto, desde época inmemorial, cada 10 de diciembre se iba en romería al monte para celebrar misas y feria. Como el lugar era sombrío y las fechas frías, hombres y mujeres se resguardaban en el interior de la ermita, donde los mayordomos les proporcionaban comida y bebida para aguantar la noche, que transcurría entre bailes y corros.

    Las dificultades que imponía el invierno redujeron la asistencia de fieles notablemente, por lo que en 1756 se obtuvo del Papa Clemente XIII la indulgencia plenaria y el perdón de los pecados a los fieles que acudiesen a la ermita en dicha fecha.

    Por otro lado, a iniciativa del Concejo, se acudía a la ermita en rogativa. El pueblo totanero se trasladaba en masa al santuario y, tras oír misa, se reunían con ramas de árbol formando una cruz en sus manos, iniciándose una procesión al mismo tiempo que los niños cantaban coplas pidiendo agua. Una vez realizada la petición, el Ayuntamiento repartía una hogaza de pan a los romeros, siendo éste el único alimento que tomaban en todo el día como muestra de penitencia y ayuno.




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