Historia de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en Alausí

Como nace la devoción al Sagrado Corazón de Jesús por los alauseños.

¿Qué debes saber?

Alausí mida una ligera expansión desde la estación del ferrocarril, contigua a la cual se había construido una pequeña plazoleta que llevaría el nombre de “Guayaquil” como homenaje a la ciudad  donde  se podía llegar rápidamente utilizando el ferrocarril trasandino.

A continuación de esta plazoleta se inicia la apertura de la avenida que se llamó Guayaquil.

Dueña de una buena parte de terrenos en este sector era dona Elvira Fiallo, una persona profundamente católica, que no sólo cumplía a cabalidad con todos los preceptos que manda esta religión.  Se manifestaba siempre solícita a los requerimientos que le formularán las autoridades eclesiásticas.

Se había convertido en una imperiosa necesidad la construcción de una nueva capilla en este sector hasta el cuál se extendía  la ciudad.

En el año de mil novecientos trece es designado como vicario, Foráneo el padre Eloy Abad, sacerdote con una formación profundamente cristiana y social. Los hechos lo confirman, al haberse constituido en el mentalizador de esta obra, al extremo que desde su humilde condición de vicario -como tenía la costumbre de manifestar- exige  al señor Obispo de Cuenca, dr. Manuel María Pólit, se agiliten los trámites que permitan legalizar la escritura de donación  de un terreno. Doña Elvira, había destinado para este propósito una área de terreno de veinticinco metros de fondo por doce metros de ancho. Terrenos adyacentes habían sido ya vendidos a otras personas, quedando exclusivamente el espacio que con toda buena voluntad estaba dispuesta a ceder para la construcción de la capilla.

El padre Abad, con la autorización del Obispo, procede a la celebración de las escrituras correspondientes, donde se legaliza el traspaso de dominio del indicado lote; pasando a pertenecer desde el año de mil novecientos quince a  la Iglesia Matriz y que como tal correspondía a esta iglesia la construcción. Este suceso fue recibido con mucha alegría a tal punto que se permitió participar de esta buena noticia en la misa dominical. Los feligreses se conmovieron emocionados ante la posibilidad de ver hecha realidad el anhelo del padre Abad y por supuesto de la comunidad católica alauseña. En esta misma celebración propuso a los feligreses colaborar sea con la donaron de madera o aportando con mano de obra en pequeñas mingas que se iban a organizar con este propósito

El Padre Abad, logró una gran aceptación, sobre todo a nivel de los artesanos a quienes convenció de la necesidad de organizar las Asociación de Devotos del Corazón de Jesús. Fueron ellos las personas predispuestas a convertirse en los  fomentadores de la devoción hacia la divinidad de Jesús

Conformada esta agrupación no se hicieron esperar contribuciones de todo tipo.  Doña Elvira mismo se había comprometido donar una buena cantidad de madera entre palos y tablas suficientes para dar inicio a la construcción.  La misma señora en una de la sesiones a la que fue convocada ofreció costear la construcción de una estatua del Sagrado Corazón, la misma que mandada a construir en Europa.  Igualmente se convocó a la mayor parte de artesanos, especialmente carpinteros para que por  una pequeña paga dispongan de tiempo para el inicio de la obra.  Desde la comunidad de Nízag fueron traídos algunos jornaleros encargados en la construcción de adobes.

En base a una serie de actividades y donaciones, lograron reunir aproximadamente mil trescientos sucres, cantidad que sirvió para las necesidades más urgentes, así mismo se tomó la resolución que la construcción deberá ser de estilo gótico.

Mientras estuvo en nuestra ciudad el padre Abad, la Asociación del Corazón de Jesús, alcanzó un gran desarrollo espiritual y social a tal punto que sirvió para posteriormente de este mismo núcleo, formar la que más tarde seda la Sociedad de Obreros.

Había que empezar con la obra. Una vez reunido una buena cantidad de materiales y con la dirección del padre Abad iniciaron la edificación,  siguiendo un pequeño diseño que había logrado bosquejar con ayuda de algunos amigos íntimos,  a quienes se habían sumado lo más selecto de los artesanos locales.

En los cimientos se utilizó gran cantidad de material pétreo, traído a lomo de mula desde el sector de Chiripungo. Para los adobes se utilizó tierra obtenida de las excavaciones que se iban realizando. El plano se había diseñado a fin de que el templo abarque un área de veinticinco de largo por doce metros de ancho.  En las paredes laterales debían constar siete ventanas a cada lado con los marcos y vidrios respectivos, dos sacristías, situadas a una y otro lado. Un atrio y seis gradas, toda de piedra sillar. Toda la cubierta de zinc y una torre de madera y zinc. El interior de estilo gótico, formado de madera los arcos y ábside así como los pilares. El piso de tabla. Un pulpito que será decorado al óleo, un comulgatorio y balaustrada de madera pintada sus puertas, un retablo de madera, con sagrario nicho de exposición y nicho del Sagrado Corazón de Jesús.

Se pondrán también dos piletas de mármol a la entrada, dos campanas pequeñas en la torre. Así habían concebido la construcción de esta capilla.

Con el pasar del tiempo el padre Abad se ausentó de Alausí. Sin bien es cierto que había dejado consolidado la organización obrera, no sucedió lo mismo con la Asociación del Corazón de Jesús, que comenzó a debilitarse. La  capilla había sido medianamente terminada, pues no se podía decir que reunía las comodidades propias para una buena utilización.

En la década de los años treinta del siglo pasado, un grupo de personas, la mayor parte de ellas residentes en elsector de la avenida Cinco de Junio y lugares aledaños, inician una sede de reuniones con la finalidad de revivir la devoción hacia el Sagrado Corazón de Jesús. Un tanto renuentes, fue poca la gente que se hizo  eco a este fervoroso llamado, cumplía las fundones de párroco el dr. Manuel Estrella, quien se comprometió a fortalecer la devoción manifestada por este grupo de creyentes.

Con mucho esfuerzo se había logrado construir dos docenas de bancas fijas de doble uso que las ubicaron en la nave central. Se había blanqueado y pintado las paredes interiores, como también lograron adquirir una mesa de Credencial, otra mesa grande en la sacristía del sacerdote y otra para el sacristán. También se construyó un atril de madera calado, un crucifijo de   bronce cuenta centímetros y lo más importante la imagen de madera del Sagrado Corazón de Jesús con aureola y rayos dorados de lata. Fueron donados también dos cuadros al óleo fijos en las sacristías: uno del Sagrado Corazón de Jesús y otro del Sagrado Corazón de María.

Poco a poco se fue consiguiendo el objetivo, más aún cuando instituyó la celebración de una misa semanal en esta capilla.  Los feligreses terminan por acostumbrarse, a estas celebraciones. Sin embargo, parecía que la veneración a la sagrada imagen no estaba del todo completa faltaba un aditivo especial propio de la idiosincrasia de las personas que ven en las portentosas imágenes el camino seguro para curar sus males.

El doce de enero de mil novecientos cuarenta es nombrado vicario de Alausí, el dr. Rafael María Riera, quien se había ordenado de sacerdote el doce de julio de mil novecientos veinte y cinco. Fue el sacerdote que de acuerdo a datos estadísticos, el que más sirvió a la comunidad religiosa de este cantón. Durante su vida pastoral consolidó el trabajo que había venido realizando su antecesor, orientando su gestión para fortalecer la devoción al Corazón de Jesús. Debieron pasar aproximadamente diez años para lograr reunir a pocos devotos.

Para el año de mil novecientos cuarenta y cinco, se logra reunir un pequeño grupo de creyentes liderados por doña Marina Campoverde, Juan Cisneros, Míche Sánchez; lo hijos de doña Marina: Segundo Campoverde, Nicolás y Melchora Puca. Se unió espontáneamente a este grupo don Antonio Mora, recordado comisario municipal de Alausí, quien tenía la costumbre de donar un aceite especial, para ser utilizado en esta celebración. Se unen también humildes hombres y mujeres del barrio y organizan una procesión por las calles de la ciudad  llevando en andas a la venerable imagen. Desde luego el párroco Riera, iba al frente de este caminar.

Este grupo de devotos año tras año fue consolidando su preferencia hacia esta imagen que logró incrementar un buen numero de creyentes a tal punto que no solo se contentaron con la celebración del ritual de la misa sino que se comprometieron con aportaciones que permitan contar con el recurso indispensable para contratar una banda de músicos que alegre el corazón de los concurrentes.

Alrededor de los años cincuenta, en virtud de la apertura brindada por los devotos se incrementan considerablemente los creyentes, del Corazón de Jesús. Doña Marina, de edad bastante avanzada, decidió no continuar con esta celebración, por lo tanto se corría el riesgo de suspender esta celebración.

Durante un buen período de tiempo la iglesia permaneció cerrada, solamente el día consagrado a su celebración abría las puertas. Es decir había llegado una época que se había descuidado totalmente esta devoción.

Uno de los nuevos devotos, don Luis Sánchez y su esposa dona Elisa Galárraga, llenos de una profunda fe y convencidos que esta sagrada imagen se convertirá en su camino, su guía, su mano protectora,  humildemente se comprometieron a rendir culto todos los años en la fecha de su celebración y mientras Dios los tenga con vida.

Así lo hicieron y lo que es más inculcaron a sus descendientes, hijos, nietos y bisnietos a mantener encendida la luz de la fe y de la esperanza porque comprendieron que el piadoso Corazón de Jesús, siempre será el conductor de las almas humildes y generosas.

Mientras los esposos Sánchez Galárraga., estuvieron con vida, cumplieron fielmente con su compromiso, rendir culto y adoración a esta imagen. Aún, se preocuparon para que estas celebración vaya adquiriendo visos de mayor solemnidad y lo que es más no se constituya en patrimonio de un pequeño grupo de creyentes, sino en verdad sea motivo para que todo el pueblo sin distingo de ninguna clase, concurra lleno de fe y devoción a rendir culto y agradecimiento por los milagros concedidos.

Muchos de los creyentes en particular dona Elisa, sabía manifestar que Jesús, se sentía muy halagado cuando sus devotos a más de la misa y la procesión, preparaban en su homenaje juegos pirotécnicos con un derroche de múltiples colores y sonidos que alegraban el ambiente pueblerino y su eco contagiaba las alturas celestiales. Este era un motivo más que suficiente para durante esta celebración no se escatime ningún esfuerzo humano, material o económico. Todo lo hacían en una manifestación de profunda devoción y para que Jesús este siempre predispuestos a ir en la ayuda de sus creyentes y devotos.

La capilla donde se han realizado todos estos actos litúrgicos y festivos, en estas últimas décadas ha sido sometido a un sinnúmero de refacciones y reparaciones.  A mediados de los años ochenta y con el mármol de las minas de Zula, se logró construir el altar mayor, dando al recinto religioso un hermoso acabado. Muchos devotos y devotas espontáneamente han contribuido para dotar de los muebles necesarios y cuyos nombres están perennizados en pequeñas placas ubicados en un lugar visible. El piso también sufrió un cambio cuando el viejo entablado fue sustituido por baldosas. La parte frontal y puerta, principal, siempre ha estado sujeta a cuidados de mantenimiento y protección.

Desde el  año dos mil tres y en base a esfuerzo de la familia Sánchez-Galárraga y muchos otros devotos que han manifestado su predisposición de ayudar en la reparación total de la parte interna de la capilla, han iniciado llenos de entusiasmo con esta labor, aspiran ir trabajando por etapas hasta concluir totalmente la tarea que se han impuesto. Están convencidos que el Sagrado Corazón de Jesús, les ayudara en este empeño por reconstruir su casa.




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