La Leyenda del Yamor

La leyenda nace el rito sagrado de la bebida tradicional de la chicha del Yamor, Cada año se realiza la fiesta tradicional .

Érase una comarca pequeña pero hermosa, el monte era la deidad y el taita vigilante, la laguna su amada esposa que en noches de luna se amaban. Y el pueblo lo sabía por los destellos brillantes en el cielo y el brillo de las estrellas como diamantes en el firmamento.

Cada año el pueblo se reunía para su cosecha, pero ese año había sido difícil las lluvias habían sido escasas y el pueblo comenzó a pasar hambre. Pero Ayamurko el menor de sus hermanos estaba tan triste tras la muerte de sus padres sin importar nadas y sus hermanos trataban de alegrarle el día, con mil ocurrencias, pero nada funcionaba. Solo a veces se le escuchaba al caer la tarde hacer sonar tristemente la ocarina desde lo alto del Pucará.

El cacique de la comarca solicitó que compartieran su pueblo lo poco de las cosechas, mientras el pueblo laborioso cosechaba las pocas mazorcas de las cementeras áridas. Saraku repartía el agua entre los jóvenes, todos los jóvenes se desvivían en atenciones excepto Ayamurku que estaba ensimismado en sus pensamientos, solo tenía ojos para su cementera. 

Saraku al llegar con su padre, el cacique preguntó a su hija que la notaba extraña y triste y le confesó que se había enamorado del joven quien no le había tomado en cuenta.

Su padre el cacique le aconsejó que no se preocupar y le indicó que subiera al Pucará, ya que al estar la noche despejada y estrellada con luna llena y le indicó que espera la primera estrella fugaz, cruce sobre el taita Imbabura y su reflejo destellara en la laguna podrás consultar al taita Imbabura qué hacer para para conquistar el corazón del joven Arayaku.

Saraku hizo lo que su padre le aconsejó, y cuando hizo la consulta al taita Imbabura, quien con una voz de trueno le contestó y le dijo deberás escoger de toda la cosecha 7 granos y tendrás que dejar secar y cocinar con el agua de la laguna, cuando haya llegado la otra luna llena y su color tenga un tono ocre y veas la flor de la chicha, y tomarás con tus manos esta bebida para darle de tomar a tu amado y en el despertará el amor para siempre. Lamentablemente le faltaba dos tipos de granos que solicitó a otros labriegos que le ayudaran con los granos el amarillo y el rojizo, Saraku repartió el agua a todos, pero cuando llegó a Ayamurko colocó el brebaje que guardaba en unas pequeñas en sus manos y acercó a los labios de Ayamarku, cuando lo bebió pudo reconocer en Saraku la más espléndida mirada, el aroma de romero de su cabello, transformando la tristeza en una inmensa alegría y surgió el amor en aquellos dos jóvenes. Ha esta bebida Saraku la llamó YAMOR, porque es la bebida que al rozar los labios de los hombres enamora con la pureza de la tierra madre.

Cuenta desde ahí los otavalos en el filo del verano, hacen el rito sagrado de comulgar con su tierra en el primer sorbo del Yamor, e inicia la fiesta anual que nos congregan en unidad porque el yamor nos une a todos en una sola mazorca fuerte y orgullosa.

Érase una comarca pequeña pero hermosa, el monte era la deidad y el taita vigilante, la laguna su amada esposa que en noches de luna se amaban. Y el pueblo lo sabía por los destellos brillantes en el cielo y el brillo de las estrellas como diamantes en el firmamento.

El cacique mayor tenía una hija hermosa llamada Saraku pues tenía la belteza de una mazorca tierna, quince años, su cabellos era como a noche amor de taita y la laguna y fragante a romero tierno, su piel el color del trigo en las colinas, y sus ojos como fondo de vasija , ella había puesto sus ojos en un joven de su misma edad laborioso hijo de humildes labradores, fallecidos hace muy poco,Ayamurko era su nombre, era el menor y más bello de sus hermanos, Kahuapi , Chulpico y Jurako, alto, fuerte y de tes bronceada, que brillaba con el sol.

Cada año el pueblo se reunía para su cosecha, pero ese año había sido difícil las lluvias habían sido escasas y el pueblo comenzó a pasar hambre. Pero Ayamurko el menor de sus hermanos estaba tan triste tras la muerte de sus padres sin importar nadas y sus hermanos trataban de alegrarle el día, con mil ocurrencias, pero nada funcionaba. Solo a veces se le escuchaba al caer la tarde hacer sonar tristemente la ocarina desde lo alto del Pucará.

El cacique de la comarca solicitó que compartieran su pueblo lo poco de las cosechas, mientras el pueblo laborioso cosechaba las pocas mazorcas de las cementeras áridas. Saraku repartía el agua entre los jóvenes, todos los jóvenes se desvivían en atenciones excepto Ayamurku que estaba ensimismado en sus pensamientos, solo tenía ojos para su cementera. 

Saraku al llegar con su padre, el cacique preguntó a su hija que la notaba extraña y triste y le confesó que se había enamorado del joven quien no le había tomado en cuenta.

Su padre el cacique le aconsejó que no se preocupar y le indicó que subiera al Pucará, ya que al estar la noche despejada y estrellada con luna llena y le indicó que espera la primera estrella fugaz, cruce sobre el taita Imbabura y su reflejo destellara en la laguna podrás consultar al taita Imbabura qué hacer para para conquistar el corazón del joven Arayaku.

Saraku hizo lo que su padre le aconsejó, y cuando hizo la consulta al taita Imbabura, quien con una voz de trueno le contestó y le dijo deberás escoger de toda la cosecha 7 granos y tendrás que dejar secar y cocinar con el agua de la laguna, cuando haya llegado la otra luna llena y su color tenga un tono ocre y veas la flor de la chicha, y tomarás con tus manos esta bebida para darle de tomar a tu amado y en el despertará el amor para siempre. Lamentablemente le faltaba dos tipos de granos que solicitó a otros labriegos que le ayudaran con los granos el amarillo y el rojizo, Saraku repartió el agua a todos, pero cuando llegó a Ayamurko colocó el brebaje que guardaba en unas pequeñas en sus manos y acercó a los labios de Ayamarku, cuando lo bebió pudo reconocer en Saraku la más espléndida mirada, el aroma de romero de su cabello, transformando la tristeza en una inmensa alegría y surgió el amor en aquellos dos jóvenes. Ha esta bebida Saraku la llamó YAMOR, porque es la bebida que al rozar los labios de los hombres enamora con la pureza de la tierra madre.

Cuenta desde ahí los otavalos en el filo del verano, hacen el rito sagrado de comulgar con su tierra en el primer sorbo del Yamor, e inicia la fiesta anual que nos congregan en unidad porque el yamor nos une a todos en una sola mazorca fuerte y orgullosa.




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