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Ruta de las leyendas de Quito

Las leyendas quiteñas son muy conocidas y populares por transmitir una moraleja aleccionadora, construir personajes legendarios y mantener viva la tradición oral, que al mismo tiempo, despierta curiosidad por recorrer cada casa, esquina y rincón de Q

¿Qué debes saber?

  • Encantadora ciudad de Quito, guarda fascinantes historias y leyendas.
  • Quién no ha escuchado hablar de Cantuña y la Iglesia de San Francisco, de Bella Aurora y la Casa 1028 o del Caldero del Muerto y la Iglesia de San Agustín.
  • Narraciones que retratan al Quito Antiguo que sigue vigente en nuestra memoria, y de paso, conectan con esa arquitectura popular o vernácula, rodeada de calles angostas, plazoletas elegantes, monasterios solemnes y quebradas misteriosas, que encierran características y valores particulares a través de los cuales es posible interpretar las formas de pensar, de ser y de hacer de los quiteños a lo largo del tiempo.
  • El Gallo de la Catedral y El Padre Almeida son dos leyendas que rescatan estos lugares muchas veces ocultos, misteriosos y fantásticos, que hoy en día se pueden conocer, disfrutar y contemplar dentro de la armónica ciudad de Quito, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad y considerada como el lugar turístico más relevante de Quito.

Por las cúpulas del Gallito

La Catedral es la primera iglesia de Quito, uno de los templos más antiguos de América del Sur. Su construcción incluye estilos como el barroco, mudéjar, rococó, neo-gótico y neo-clásico, que la convierten en única y deslumbrante. Últimamente, sus cúpulas se han convertido en parada obligatoria de turistas nacionales y extranjeros, que buscan conocer el lugar donde se originó la difundida leyenda del ‘Gallito de La Catedral’.

El periplo inicia por una pequeña puerta ubicada al lado derecho del altar mayor. El visitante tiene que recorrer por un sendero estrecho, bajo y serpenteante con poca iluminación, lo que incrementa la expectativa y el misterio. Este camino antes servía para hacer mantenimiento a las cúpulas. Al llegar tenemos una vista majestuosa del complejo arquitectónico que rodea el centro histórico.

José Ramírez, coordinador del Museo de la Catedral, afirma que las cúpulas ofrecen a los turistas otra perspectiva del casco colonial. “La leyenda les llama mucho la atención (…) al estar en el sitio y mirar la veleta en forma de gallo, les genera una experiencia inolvidable”, menciona. El recorrido a las cúpulas dura 25 minutos, pero a veces se extiende por la cantidad de fotografías que los visitantes se toman. José informa que hay guías para el recorrido. Está abierto de lunes a sábado, de 07:30 a 17:00, y el valor es de USD 6.

Tal vez como toda leyenda, nunca el gallo de La Catedral bajo a picotear a don Ramón Ayala y Sandoval, pero los cronistas quiteños dicen que el personaje existió. Hombre adinerado, muy bohemio y dedicado a la buena vida; además mantenía indiscutible afición por la vihuela (guitarra), la mistela (licor) y la graciosa ‘chola’ Mariana, que le robaba más de un suspiro.

El mito describe que Don Ramón, ya pasado de tragos, comenzaba a lanzar insultos a todo el mundo. ¡El que se crea hombre, que se pare enfrente! ¡Para mí no hay gallitos que valgan, ni el de la catedral!, repetía una y mil veces. Cierta noche, alrededor de las 20:00, pasaba ebrio por el pretil de la catedral y trató de desafiar al gallo. Cuando alzó su mirada y se disponía a gritarle, el gallo alzó su pata y rasgó con su espuela la pierna del noble, quien cayó al piso.

Luego, el ave levantó el pico y le sentó un feroz golpe en la cabeza. Horrorizado por lo que le estaba sucediendo, comenzó a pedir perdón y clemencia al animal, que le preguntó si jamás volvería a beber e injuriar a las personas. El aristócrata prometió enmendar su vida y no cometer tales abusos.

¿A dónde Padre Almeida?

En el convento de San Diego, en el centro de la ciudad, se conserva el Cristo que el padre Almeida usaba como escalera para salir a sus fiestas. En ese lugar funcionaba la antigua recoleta de la Orden Franciscana, la primera del país, construida en 1597. Un lugar de recogimiento y retiro espiritual, actualmente convertido en museo.

La leyenda cuenta que al Padre Almeida se le asignó la celda No. 6,  la más cercana al coro, que conduce al patio principal del convento. El Padre salía todas las noches de farra, pero para escapar, él lo hacía por una ventana que estaba en lo alto de la iglesia, para esto tenía que subir en un brazo de la estatua de Cristo.

Una noche cuando el Padre intentaba escapar, subió al brazo y el Cristo le dijo ¿Hasta cuándo Padre Almeida? Y el Padre sin mucha demora, le contesto ¡Hasta la vuelta mi señor! Tras varias horas de ingerir alcohol el Padre salió de la cantina y chocó con unos hombres altos vestidos de negro que llevaban su féretro, asustado y sabiendo que era una señal divina, prometió no volver a trasnochar y seguir el camino correcto.

El Museo del Padre Almeida conserva el camastro donde dormía y los instrumentos de penitencia (silicios): una cruz de pecho, un flagelador de espalda y una alpargata con clavos, que era utilizada para caminar alrededor del claustro durante una hora. Además, está el hábito y las casullas para celebrar misa.

Los visitantes se interesan por conocer la celda No. 6, y  donde está el Cristo que el Padre Almeida usaba como escalera para salir de juerga. En el altar de la iglesia, del lado derecho mirando hacia el público, a unos 7 metros de altura, se aprecia la marca de una ventana, una especie de arco de medio punto, donde estaba colgado el Cristo y por donde salía el padre. Fue sellada cuando los curas franciscanos se enteraron de la leyenda.

Sin embargo, el Padre Manuel Almeida vivió en el siglo XVII. Llegó a ocupar el cargo de superior en el convento de la Orden Franciscana en San Diego. Fue un tipo de conducta intachable, alejado de fiestas y bohemia. Se le acredita la creación del popular villancico ‘Dulce Jesús Mío’.

El recorrido también incluye el Patio de la Cruz, compuesto por una pileta y cuadros de las estaciones de la muerte y crucifixión de Cristo. Por un camino de piedra se llega a un patio más pequeño, en el cual hay cuatro salas de exposición de pinturas de los siglos XVI y XX. Además, se encuentran la  imagen de la Virgen de Chiquinquirá, el cuadro de Cristo Agonizante y las obras pictóricas de la Escuela Quiteña del siglo XVIII.

El Museo del Padre Almeida se ubica en la calle Calicuchima y Farfán. Está abierto de lunes a sábado, de 10:00 a 13:00. Los domingos, de 10:00 a 14:00. El costo de la entrada es de USD 2 adultos y USD 1 estudiantes. Hay guías para el recorrido por los ambientes del convento.

La provincia de Pichincha está repleta de leyendas, de hecho los lugares turísticos de Pichincha que van desde la popular Mitad del Mundo, pasando por el Complejo Arqueológico de Cochasquí, el Bosque protector Jerusalém y el Chocó Andino, guardan leyendas llenas de mágia y misterio.




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