Pachamama Raymi - Zamora Chinchipe

Desde hace cinco años, Zamora Chinchipe celebra el Pachamama Raymi, la fiesta de agradecimientos a la madre tierra por la producción, es un homenaje a la Madre Tierra.

Zamora Chinchipe es la tierra del Pachamama Raymi, o la Fiesta de la Madre Tierra. La celebración es un homenaje especial a la naturaleza. En el Pachamama Raymi se hacen ceremonias, encuentros, ferias, desfiles, y tantos programas más para agradecer por la vida, la producción, la interculturalidad y la biodiversidad.
Son varios días, cinco específicamente, de programas, todos orientados a garantizar una vida en armonía entre hombre y naturaleza, y la relación entre la diversidad de los pueblos y nacionalidades que conviven en ese espacio.

Zamora Chinchipe es una provincia grande del sur oriente ecuatoriano y se ubica a una hora de la ciudad de Loja. La gente de esta zona identifica a la Pachamama Raymi como la fiesta intercultural más grande del sur del Ecuador, que tiene como sede a ese espacio subtropical rico por la presencia de cascadas blancas que se deslizan como del cielo cual velo de novia, y de cientos de especies de aves que alegran el ambiente con el canto y el viento.

Zamora en una madrugada

Llegar a la ciudad de Zamora en la madrugada es una aventura. En las luces de la madrugada, lo primero que se divisa en una de las paredes de sus montañas es ese enorme reloj, el más grande de todo el Ecuador, dicen. Reloj de números y manecillas rojas fulgurantes.

Camino al ritual allá en La Poderosa

El Pachamama Raymi en el primer día empieza muy temprano. A las cuatro de la mañana, taitas y mamas ya se dirigen a pie a la cascada La Poderosa, para armar el pequeño altar desde donde encenderán el fuego para este tiempo sagrado.

La Poderosa es una cascada blanca, más blanca que el velo de la novia. Para llegar a ella, y en el día de ritualidad, hay que madrugar y caminar por el angosto camino, un sendero que es como una vena abierta que permite explorar a simple vista una parte del Parque Nacional Podocarpus, la reserva natural, cuyo 85% se ubica en Zamora Chinchipe y el 15% en Loja.

El camino no es muy visible en la madrugada. La carretera es ese hilo blanquecino marcado en una franja verde. Cuando la vía termina, la aventura empieza a pie. El camino angosto se cobija con las ramas y hojas de los colosos árboles.

Cerca del amanecer se oyen a los grillos, a los pájaros que empiezan su rezo, a las aguas del río que Bombuscaro, suenan y suenan. “Tenga cuidado, a veces las culebras están atravesando por el camino, también están hecho rollo en uno de los filos”, decía una guía; con semejante advertencia es mejor continuar derechito.                                                                                                                                                                                     El caliente oriente empieza a sentirse. Conforme la noche se marcha y el sol asoma entre las nube se ve, se siente la vegetación extensa. Cuando avanza la ruta, como que el sendero se vuelve angosto. Los administradores del espacio natural han hecho una especie de gradas para que el caminante pueda desplazarse sin problemas.
Entre la oscuridad que se va y el día que llega se llega a donde se encuentra el campamento. Desde allí se puede escoger; la ruta al mirador, con una distancia de 763 metros, cincuenta minutos de tiempo; o el camino a  La Poderosa, la cascada blanca que se encuentra a 510 metros, que se recorre en 12 minutos.

Con el día, la luz que lo transforma todo, se ven que llegar a la cascada no es difícil. El camino tiene los graderíos y en algunos tramos hay pasamanos. 

El sonido es el primer indicador que La Poderosa está cerca. La fuerza con la que el agua cae de un precipicio de más o menos 80 metros de altura no puede pasar desapercibida ante los oídos. El manto blanco está visible, los hombres y mujeres que son parte del ritual también.

Suena el agua, y en medio de ese ruido sonaba una quipa. Los hombres y mujeres se han dado cita para el ritual de iniciación del Pachamama Raymi. Algunos llegaron en la noche misma, otros salieron a las cuatro de la mañana, y otros a las cinco.

Toda la ceremonia giró en torno a una pequeña chacana que se instaló sobre unos mantos, ahí en el suelo pedregoso y arenoso muy próximo a la gran cascada. Taita Baudencio junto con su esposa y uno de sus hijos, fueron los encargados de dar forma a ese símbolo.

Una pequeña Chacana

Ellos, los taitas y mamas, llevaron las cuatro velas que emanaban luz en la oscuridad. Las semillas de chonta que reposaban en un mantel blanco. Los atados de plantas para la limpia, esos manojos de ruda, santamaría y otras especias. Los canastos de flores junto con las botellas que contienen los saumerios para la limpia, y las iconografías sagradas propias de las ritualidades de los ancestros.

Cuando llega marzo, los anfitriones de la celebración, el Gobierno Autónomo Descentralizado Provincial de Zamora, ponen a punto el Pachamama Raymi, que se realiza cada año en los meses de abril y mayo, considerados los meses de mayor producción.

La ritualidad y el compartimiento que en ella se da, tienen como intención primordial impulsar aspectos identitarios andinos y orientales amazónicos como: la seguridad y soberanía alimentaria, promover la gestión ambiental y el cuidado de la biodiversidad como patrimonio natural, y dentro de estos espacios promocionar también la diversidad cultural y el ejercicio de la interculturalidad de los pueblos y nacionalidades de la provincia.

La ceremonia es un largo encuentro, cerca de tres horas de concentración en el espacio para un encuentro con la naturaleza y el espíritu de los ancestros. Allí junto a la gran cascada y con el agua cristalina que da origen al cristalino Bombuscaro se reúnen mestizos, saraguros, shuar, puruháes, creando un ambiente para la relación intercultural. (BSG) . (Interculturalidad)




Publicado en:


Publicado por: