La Yumbada de Joseguango Alto

El último vestigio preinca de Latacunga

La primera y segunda semana de septiembre son destinadas para celebrar a la Santísima Cruz; durante seis días los habitantes de Joseguango Alto, Parroquia rural de Mulaló, al norte del cantón Latacunga recrean sus fiestas patronales.

Monos, leones, tigres, jaguares, perros, osos y una fauna zoomorfa llenan de color, alegría, devoción y fiesta la plaza comunal donde se da esta fiesta patrimonial y ancestral propia de la región central del Ecuador; la Yumbada de Joseguango Alto resulta ser uno de los pocos vestigios que aun se guardan en el calendario festivo religioso de la zona  referentes de la cultura Yumbo.

Dentro del contexto y construcción de la identidad local los pueblos aborígenes aún guardan en la actualidad estas manifestaciones como verdaderos tesoros y referencias de las culturas que habitaron estos territorios previa la conquista inca, los mulaloes, tacungas, caras, colorados y preferentemente los yumbos no pudieron ser abolidos o suplantados en su totalidad, se refugiaron en lugares y planicies que van desde el oriente ecuatoriano hasta el sector noroccidental de Pichincha que hasta nuestros días se replican como antaño, para muestra la presencia de la muerte de la Yumba en el barrio central del distrito metropolitano de Quito, la Magdalena, refieren de su trascendencia hasta hoy.

En Cotopaxi y muy particularmente en Mulaló en la comuna de Joseguango Alto se desarrolla esta fiesta como parte de la Capitanía de la Santísima Cruz, representan el ancestro y ritualidad con deidades como el jaguar, el tigre o el león, animales que aparecen en la mitología Yumbo, reconocidos hasta entrada la época colonial como una cultura propiamente comercial.

Yumbos y yumbas danzan al ritmo monótono de la banda de pueblo que interpreta la yumbada, son quienes acompañan al prioste desde tempranas horas del día, donde se ha realizado el ceremonial de la “entrega de la ropa” a quienes desean y se han comprometido acompañar durante tres días de fiesta.

Luego de salir de la casa del prioste es imprescindible la entrada y toma de la plaza previo a la procesión por los alrededores de la comuna, el alegre despertar del pueblo entre camaretas y voladores anuncian el amanecer de fiesta entre ese colorido que se repite cada año; la Santísima Cruz recorre entre procesiones, misas en acción de gracias, rezos y bailes tradicionales su fervor y devoción.

Niños y niñas se suman de la mano de sus padres en el traspaso de la tradición participan de las representaciones festivas con alegría y devoción, lo vuelven cotidiano, se esmeran desde la elaboración de las caretas de madera hasta el acompañamiento de quienes serán los que guarden y compartan esta tradición que por su significación no ha sido impuesta por la cultura inca.




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