La posada del chagra

El locro de todos los locros es el Yaguarlocro, y el mejor Yaguarlocro esta en "La Posada del Chagra" que posee una receta perfeccionada por 4 generaciones en Machachi.

¿Qué debes saber?

Especializados en comida típica ecuatoriana, rescatan las tradiciones culinarias del cantón Mejia en donde destacan sus librillos, caldos de pata y Yaguarlocros preparados en cocinas de leña. Poseen 2 locales.

Posada del Chagra

Ubicada en Machachi desde hace 45 años en la Av. Amazonas y Rafael Arroba esquina.

Casa de Hacienda, Posada del Chagra

Ubicada en Machachi desde hace 6 años en la Panamericana sur Km 37.

  • Lunes a Domingo de 07:30 a 18:30
  • laposadadlchagra@hotmail.com
  • 2315442 - 2316866
  • 0995201578 - 0992703974

Yaguarlocro, el locro de todos los locros.

Aún el paladar más conocedor de la gastronomía andina, debe hacer una pausa, seguida de un suspiro, cuando saborea el Yaguarlocro de la Posada del Chagra. Unas notas de hierba buena y el espesor perfecto destacan en este plato típico del cantón Mejía.

¡Un suspiro!

Si, y es que este plato es una invitación a volver, tal como la historia de tradición de la familia que lo prepara.

Carmen Aymacaña, a inicios del siglo pasado, se ubicó en el atrio de la Iglesia Central de Machachi para vender “librillos”. Carmen tuvo 11 hijos de los cuales María Masapanta, su hija pequeña, heredó su puesto que con los años adquirió la suficiente fama, para impulsarla a comprar un terrenito en donde construyo su primer local de comida. Ya en la comodidad de un local propio, María expandió su oferta, al librillo le acompañó las fritadas, los caldos de patas, las morcillas, los hornados y por supuesto, los Yaguarlocros.

Inés Altamirano, hija de María, es la tercera generación de machachences dedicados a la elaboración de comida típica, ella heredó de su madre las fabulosas recetas que por décadas se fueron perfeccionando en las manos de su abuela y madre.

Inés recuerda el carácter fuerte de su madre, una mujer que aprendió que para sacar adelante un negocio se requería de disciplina, desde los 10 años Inés se involucró en el negocio. Ella recuerda como todas las noches se prendía el horno de leña y en grandes ollas de barro se cocían las patas durante la madrugada. Con una sonrisa recuerda como en las mañanas la jornada empezaba, preparando las canastas en donde se transportarían los platos que se vendería en ese pequeño puesto de la iglesia.

Inés con orgullo recuerda el día en que de ayudante paso a tener una tarea fija. Su madre le encomendó la preparación del ají de librillo, el plato insigne de su madre, importante tarea que asumió con un poco de miedo. Ahora recuerda como tostaba el maní, como aventaba un poquito de viento para separar las cascaras del maní y como en un mortero de piedra molía con precisión los granos del maní. “A moler el maní” ese era el llamado de su madre, la que con mucho cariño le indicaba el grosor preciso que se requería para preparar la zarza de maní que acompañaría a una espectaculares papas y a un delicioso librillo.

Una sonrisa se dibuja en el rostro de Inés cuando recuerda el día en que abrió su propio local, ya son 44 años de ese “Paseo del Chagra”, en que sus primeros clientes comenzaron a llegar, su sonrisa es una mezcla de orgullo y nostalgia, ella recuerda cuando sus comensales preguntaban por María, su madre, sin saber que fueron sus manos, las que ahora preparaban los platos de su nuevo local. Carmen confirmó así, que la tarea que le encomendó su madre, estaba cumplida, ella sabia que la tradición de su abuela y madre ya estaban en sus manos.

La posada de los chagras.

Inés recuerda que su local abrió las puertas sin tener un nombre. Y es que lejos de estrategias de marketing, a ella le preocupa la calidad del servicio. Fue don Raúl Guarderas, un respetado historiador de Mejía el que le contó anécdotas de la historia de su abuela y de su madre. Raúl fue quien le invitó a bautizar su negocio como la “Posada del Chagra”, pues en resumen, esa fue la función de los negocios de su familia, un lugar en el que los chagras de todo Mejía se encontraban para descansar de sus duras jornadas de trabajo, un lugar en donde el espíritu del chagra cobraba vida.

Mejía, es uno de los cantones de la Provincia de Pichincha y goza de una producción agrícola envidiable, sin duda es la calidad de sus productos y de su afamada leche, las que contribuyen al sabor inigualable de los platos que el Paseo del Chagra ofrece a turistas nacionales e internacionales. 

Décadas pasaron y con ellas la familia de Inés creció, fue su hijo Rafel Centeno, quien sin saberlo, tenía marcado en su destino, la tarea de conservar esta tradición familiar. Inés vio como desde chico, su hijo quería comerse el mundo. La enfermedad de su esposo, obligó a Rafael a mudarse a Quito para vivir con sus primos, ellos le enseñaron a preparar pasteles, pizzas, con las cuales jugaba a ser emprendedor en las aulas del colegio Montufar. Los fines de semana Rafael viajaba a Machachi para hacerse cargo de los jugos de la posada.

La casa de hacienda.

Cesar se graduó de Ingeniero en Sistemas, trabajó en multinacionales que le permitieron conocer el mundo. Por su especialización viajó a innumerables ciudades para participar en talleres y cursos. Fue en esos viajes, a cientos de kilómetros de Machachi, en el que el joven Rafael comenzó a entender su destino. El se dio cuenta que los talleres siempre se realizaban en lugares apartados del ruido de la ciudad, lugares hermosos ubicados en medio de paisajes espectaculares que invitaban a la concentración y el estudio.

Fue con esa idea que volvió a Machachi para proponerle a su madre algo que ella siempre supo.

- Madre quiero trabajar contigo.

- Inés le advirtió: “yo no te voy a poder pagar lo que ganas como ingeniero, aquí lejos del traje de vestir que te gusta, hay que lavar, pelar, cocinar, ¿estás seguro?”

- ¿No se acuerda que yo preparaba los jugos los fines de semana?

Ya son 5 años de esa tarde, en la que Inés recordó a su pequeño Rafael, testarudo, engreído, soñando en viajar por el mundo, son 5 años de sentir la alegría de saber que tendría a su hijo de vuelta, a su lado, para conservar la tradición que la llena de orgullo.

La visión de Rafael ha rendido sus frutos, junto con el cariño de su madre y el apoyo de su esposa, su nuevo local, la Casa de Hacienda, La Posada del Chagra, es un centro de convenciones en donde recibe a grupos de ejecutivos que escapan de la ciudad para capacitarse y que luego vuelven incluso hasta para casarse.

La casa hacienda, tiene 5mil metros de terreno, es una casa rustica, de teja, con madera vista y decorada con toda la cultura de los chagras. Desde la casa basta girar para ver los 7 volcanes del cantón Mejía y contemplar una vista privilegiada del volcán Corazón.

Chagras Ecuador

  • La capital del Ecuador, Quito, es una ciudad conformada mayoritariamente por "chagras", que es el término que los quiteños originarios acuñaron para denominar a todo aquel habitante de la urbe que no haya nacido en ella y sea de otra de las provincias serranas. 
  • Sin embargo, los chagras son en realidad hombres que mantienen una profunda relación con el campo, relación expresada en la cercanía que sienten por sus caballos y las herramientas que les permiten realizar las tareas cotideanas en la agricultura y ganadería.
  • En la sierra ecuatoriana los chagras son una cultura que se mantiene vive en las provincias de Chimborazo, Cotopaxi, Pichincha e Imbabura, donde son fuente de inspiración y orgullo popular

Acerca de Diego López Olivares
Hace 3 años inició un viaje para encontrarse con mil actores pequeños de la industria del turismo, quería CAMBIAR SUS VIDAS. Mientras los visitaba y reía con ellos, mientras en solitarios cuartos de hotel se conmovía al escribir sus historias, terminó entendiendo que fueron ellos los que CAMBIARON SU VIDA. #ExpoLive #HéroesDelTurismo 




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