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Pomasquinde, avistamiento de aves en Quito

Visita el primer sitio de avistamiento de aves en Quito, vive la experiencia de contacto con la naturaleza sin salir de la ciudad, enamórate de la belleza de 29 tipos de aves y siente la energía del cerro Casitagua

¿Qué debes saber?

  • En pleno corazón de Pomasqui, este santuario, brinda a los turistas la posibilidad de observar 29 especies de aves, en medio de un ambiente en el que se respira paz y armonía.
  • A menos de 50 minutos del Centro Histórico de Quito y a 10 minutos de la Ciudad Mitad del mundo, Pomasquinde ofrece la oportunidad de practicar la observación de aves, sin salir de la ciudad.
  • Tal vez, esta es la principal característica de este lugar, pues normalmente la observación de aves requiere de grandes traslados, de varias horas de viaje, para alcanzar los ecosistemas en donde las aves hacen su aparición.
  • Pomasquinde ofrece a los turistas, varias actividades complementarias, que permiten conocer las bondades de la flora de la quebrada San José de Pomasqui, mientras se recorre senderos, que conducen a una caverna, que permite sentir las buenas energías del mítico cerro Casitagua. Una cafetería y un guía especializado, completan esta actividad de turismo experimental.
  • Forma parte del grupo de lugares turísticos que permiten practicar el avistamiento de aves en los alrededores de Quito.
    • Para llegar al santuario, basta llegar a la parroquia Pomasqui de Quito, tomar la avenida Manuel Córdova y subir 200 metros por la calle Simón Bolívar.
    • Ingresar al santuario tiene un módico costo de $3 USD para adultos y $1.50 USD para niños y personas de la tercera edad.

Pomasquinde, el secreto mejor guardado de Pomasqui

  • 1660 especies de aves habitan el Chocó Andino, según el Atlas Ambiental del D.M. de Quito, la capital cuenta con el 83% de un total de 286 mil hectáreas de esta Reserva de Biodiversidad, reconocida por la UNESCO.
  • 29 tipos de aves, entre huiracchuros (pheucticus chrysogaster), tangaras azulejadas (thraupis episcopus), tangaras matorraleras (stilpnia vitriolina), pinzones azafranados (sicalis flaveola), vaqueritos brillosos (molothrus bonariensis), quindes herreros (colibri thalassinus), quindes colilarga (lesbia victoriae) que habitan el valle de Lulumbamba, visitan a diario Pomasquinde.
  • La estrella del lugar es el quinde gigante (patacona gigas), de casi 23 centímetros visita cada mañana Pomasquinde, lo hace por breves segundo, dice Rolando, que aún no coge confianza, pero, es cuestión de tiempo, que esta hermosa ave, pierda la timidez que la caracteriza.
  • Entre 20 choclos y 20 plátanos, y muchas horas de trabajo, se emplean en Pomasquinde para alimentar a las aves.
  • Rolando Luna es el guardián del santuario, que hace un par de años decidió emprender esta aventura “el principal problema que deben enfrentar las aves que viven en Quito, es encontrar agua pura, por eso, yo me levanto todos los días a llenar sus bebederos”.
  • Rolando aplica buenas prácticas de sustentabilidad en Pomasquinde, genera compus orgánico, recicla el agua, y brinda su cariño a su huaico, tal vez por eso, cada vez que ingresa a la quebrada, le pide permiso al árbol más longevo y promete cuidar al huaico, sellando la promesa con un fuerte abrazo.

Cuida el wayqu

Cuida el wayqu, mi padre me decía,
y yo no lo entendía, pasaron los años, y mi padre y el wayqu se morían,
se borraba la memoria, aparecía la quebrada y el wayqu se extinguía.

Wayqu es el nombre con que los moradores conocen a las hondonadas, a la parte más baja de los cerros laderas, en otras palabras, a las quebradas, que se esconden en medio de los barrios de la ciudad de Quito. Esta palabra, añade además un significado ancestral, pues evoca al alma de las quebradas.

Rolando Luna, es un nanegalense, que decidió hace un par de años, transformar su vida, al asumir una misión, que lo perseguía desde su infancia.

Con emoción Rolando recita este poema, recordando la buena fortuna de ser el hijo de un padre que le regaló 9 hermanos mayores. Con alegría repite el poema, pues fue su padre el que eligió vivir en la quebrada de Pomasquí, y fueron sus hermanos los que - con plata y persona - le apoyaron para cumplir con el pedido de su padre: ¡cuidar su huaico!

Y vaya que Rolando ha cumplido la tarea a la perfección, puesto que recuperar la confianza de las aves que coexisten con los humanos en la selva de cemento, no es tarea sencilla. Para lograrlo, Rolando emprendió un largo viaje que lo llevó por los caminos del estudio, la experimentación y el arduo trabajo.

Tal vez fueron sus primos que desde la parroquia de Nanegal, lo iniciaron en el arte de amar a los pájaros. La primera tarea fue limpiar la quebrada, meses de esfuerzo se necesitaron para quitar escombros y basura, la segunda tarea consistió en concientizar a sus vecinos, respecto a la importancia de la quebrada. La tercera tarea, la más difícil de todas, fue presentarse a los pájaros y decirles, Rolando es tu amigo.

Y es que, en la actualidad, los visitantes que llegan a Pomasquinde, pueden observar a cientos de pájaros que llegan a alimentarse y beber agua, sin saber que, para lograr esas visitas, Rolando trabajó por años, preparando comederos de plátanos y alpiste, instalando poleas en las copas de los árboles para llenar de agua los bebederos, para así, de apoco, lograr integrarse a la vida de los pájaros, en medio del silencio.

Tres tareas que Rolando ha sabido disfrutar, pese a los obstáculos que se le han presentado, que han sido varios y drásticos. Apenas unos meses de abierto el santuario, la pandemia del COVID-19, le dio el primer golpe, pues al entusiasmo de los visitantes que inauguraron el santuario, le siguió una cuarentena que, por varios meses, le impidieron recibir visitas.

Pero Dios da sus tareas más difíciles, precisamente a sus mejores soldados, y Rolando sin duda es un buen soldado de Dios, pues no descansa, no se rinde. Tal vez por eso, es que los frutos de su empeño han empezado a dar frutos, hoy Pomasquinde se ubica en los mapas de turismo, es sede de conversatorios de expertos en observación de aves, de ornitólogos, de turistas y quiteños, que encuentran en este lugar de Pomasqui, un lugar donde relajarse y contactar con la naturaleza.

El viaje de Rolando no termina, hoy sueña con recuperar más terrenos de la quebrada San José, su proyecto plantea que un sendero ecológico debería partir de la avenida Córdova, hasta llegar al cerro Casitagua. Él sabe bien, que la recuperación si bien empieza con acciones de reforestación, solo se completa cuando el agua llega al bosque y cuando los vecinos de la zona, se deciden a poner su granito de arena.

Y tú, ¿qué esperas?

Sal de la cama y visita Pomasquinde, y haz tu parte, vamos hombre, ¡cuida el huaico!




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