Las Famosas Tripas de Doña Fabiolita

Las mejores tripamishquis del Ecuador están el parque de La Floresta en Quito y la mejor de todas ellas son las de Doña Fabiolita, tercera generación que por más de 80 años llenan de alegría a sus comensales.

¿Qué debes saber?

  • Los chinchulines como se conocen en Argentina, o los choncholís como se le dice en Perú, se conocen en Ecuador como tripamishqui, palabra kichwa que significa tripa dulce, o tripa deliciosa. Son los intestinos de la res, que bien aliñados se asan al carbón y que se sirven con choclo, mote, habas y papas bañadas en una deliciosa zarza.
  • De lunes a domingo de 4 de la tarde a 11 de la noche, atienden en el parque de las tripas, que está ubicado en pleno corazón del barrio La Floresta en la Av. Los Conquistadores y Ladrón de Guevara.
  • Su especialidad es la tripamishqui que la sirven con papas, choclo, motes y habas, bañadas en una exquisita zarza.

Empezar una y otra vez

Seguro que has escuchado que un emprendedor es el resultado de su determinación, de su perseverancia y de un profundo amor a lo que hace. Si bien suena a cliché, la historia de Doña Fabiolita Yugcha, describe con exactitud estas dos cualidades.

Más de una vez pasó las frías noches de Quito en la cárcel municipal. Pero no era el frio que lo hacían interminables esas noches, era la angustia de volver a empezar desde cero. Y es que Doña Fabiolita era cliente frecuente de policías municipales que intentaban arrebatarle sus sueños, que la perseguían y la alejaban no solo de su tripamishqui con choclomote, sino también de sus canastas y herramientas de trabajo.

Pero cuando al amanecer, salía de la cárcel, mientras caminaba de regreso a la Floresta, esta mujer, antes que rendirse sentía en cada paso que daba, la necesidad de volver a empezar. Esta es la determinación absoluta a la que se refieren los libros.

Doña Fabiolita es la tercera generación de mujeres quiteñas que, desde hace más de 80 años, se reúnen todas las noches en el Parque Navarro del populoso barrio de La Floresta, con la determinación de mantener una tradición que enorgullece a los Quiteños. Junto a 16 compañeras, su esfuerzo y empuje le han cambiado el rostro a la Carita de Dios y hasta el nombre, pues el Parque Navarro es conocido como el Parque de las tripas.

Pero este cambio no se hizo en una noche, al contrario, es un cambio que resume la infinita perseverancia de gestoras gastronómicas unidas para defender su derecho a trabajar. Mujeres empoderadas que frente al rumor de su reubicación organizaron varios plantones en las afueras del municipio de Quito para luchar por la legalización de sus puestos. Y lo lograron, ya han pasado varios años desde que, con orgullo, muestran el papel que legitima su actividad, un papel que si bien es importante no se iguala al sentimiento que quiteños y turistas nacionales e internacionales tienen por este plato típico del Ecuador.

La tripamishqui.

Los chinchulines como se conocen en Argentina, o los choncholís como se le dice en Perú, se conocen en Ecuador como tripamishqui, palabra kichwa que significa tripa dulce, o tripa deliciosa. Son los intestinos de la res, que bien aliñados se asan al carbón y que, servidos con choclo, mote (choclomote), habas y papas bañadas en una deliciosa zarza, se les atribuye un par de bondades, pues son buenos para la gastritis, pero son aún mejores para unir a todas las clases sociales de la capital.

Tal vez sea su inconfundible aroma, que se puede percibir a cuadras, lo que hace que el chicle de indio como le dicen las abuelas ecuatorianas, tiente a propios y extraños del barrio de La Floresta a detener sus vehículos para darse un sano gusto.

En Quito y probablemente en todo el Ecuador, la tripamishqui ha logrado posicionarse como uno de los platos típicos más apetecidos, logrando superar prejuicios que perduraron por años. Y es que la fama que actualmente poseen fue alcanzada luego de décadas de trabajo de comunicadores y publicitas que reconocieron en este plato típico, un sentimiento profundamente arraigado en los corazones de los ecuatorianos.

Fue por la década de los 90 que un comercial de una bebida gaseosa mostró el trabajo de Fabiolita, a esto le siguieron competencias gastronómicas en donde Fabiolita fue protagonista que hasta llegó junto con la Reina de Quito a ser parte del jurado.

Amor por la tradición de su abuela

Hace más de 80 años, Doña Rosario Chicaiza, madre de Fabiolita, se llenó de valor para instalar el primer puesto tripamishqui de La Floresta. Lo hizo para mantener la tradición de su madre que antes de que nazca ya recorría los parques del Centro Histórico de Quito vendiendo este plato típico.

Fabiola recuerda que sus primeros juegos infantiles fueron en el puesto de su madre, a los 8 años ya aventaba el carbón en donde se asaban las tripas, a los 12 ya cortaba las tripas y mientras en las noches estudiaba corte y confección buscaba tiempo para acompañar a su madre. Su madre tenía una clara visión del futuro de su sazón, por eso cada vez que una hija se casaba, le encomendaba una receta para que inicien su propio negocio en el parque, de esta manera las Chicaizas instalaron puestos de papas con cuero y menudo, de morocho, de tortillas con caucara y de caldo de 31.

Fabiolita fue la última de 5 hijas en casarse, es por esto que fue ella la elegida para heredar la mejor receta, la de la tripamishqui. Cuando Jhon le pidió matrimonio, Fabiolita le pidió una sola cosa, ella se quedaría con su mama. Y así fue, Fabiola acompañó a su madre hasta cuando hace 15 años se retiró, desde entonces ella está al frente del negocio familiar.

Un hombre es lo que piensa todo el día.

Todos los días, a las 7 de la mañana, la jornada de Fabiolita empieza, mientras su esposo va al camal a comprar las tripas, ella para el mote. Parar el mote, significa iniciar el largo proceso de cocción del duro maíz que por varios días debe cocerse a fuego lento para estar a punto.

A las 4 de la tarde ya está lista para instalar sus modernos puestos, inversión que realizó para estar acorde al renovado parque de las tripas, el cual fue remodelado e inaugurado hace un par de años.

A las 11 de la noche, despide a los 5 colaboradores que disfrutan su trabajo, pues de chiste a chiste, les ha permitido conocer a celebridades de la música ecuatoriana, personajes de televisión, alcaldes y presidentes de la república que son comensales frecuentes de este establecimiento.

Fabiolita mira con alegría al futuro, pues tiene la certeza de que su tradición se mantendrá por varios años más, pues una de sus hijas ya está aprendiendo sus secretos y su nieta más chiquita ya le está pidiendo que le deje vender.

 

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