Museo Francisco de Jesús Bolaños del Convento del Tejar

El Convento Mercedario de El Tejar es un complejo que incluye a la Capilla San José de la Recoleta del El Tejar, al Museo de Arte Religioso Francisco de Jesús Bolaños y el primer cementerio de Quito.

¿Qué debes saber?

  • Su nombre se debe a que en el siglo XVII en el sector donde se ubica, cientos de indígenas fabricaban tejas y ladrillos que se utilizaban para levantar el templo y el convento de La Merced.
  • Miguel de Santiago, Caspicara, Goribar, Samaniego, Albán, máximos exponentes de la Escuela Quiteña, están presentes dentro del museo, pues fueron contratados para su decoración.
  • En el convento reposan los restos de algunos personajes ilustres como la familia Aguirre Klinger, Jijón y Caamaño, ex presidentes de la Real Audiencia de Quito y decenas de soldados combatientes de la Batalla de Pichincha.
  • Su importancia en la historia del Ecuador, se debe a que, en la capilla de San José, se encuentran los restos del Prócer de la Independencia del Ecuador, Eugenio Espejo. Y en las torres del templo por primera vez un 24 de mayo de 1822 flameo por primera vez el pabellón de la libertad. 
  • El Museo abrió sus puertas en el 2016, pero en el 2018 lo cerraron y actualmente se trabaja para su reapertura.
  • Mientras tanto, el grupo Leyendas Nocturnas desde el 2016 en conjunto a la primera apertura del Convento, con el objetivo de rescatar y difundir el rico patrimonio oral de las leyendas quiteñas, ofrece recorridos nocturnos que visintan lugares turísticos de Quito; del Quito colonial..
  • Cada sábado por la noche, La Viuda del Tejar, Juan de la Capa del Estudiante, Cantuña y el Diablo, el Padre Almeida, La Chilena o doña María Augusta Urrutia despiertan cada noche y acompañan a los turistas para relatarles sus verdaderas historias, porque cuando en Quito cae la noche, las leyendas cobran vida.
  • De la mano de los personajes de las leyendas, los turistas reviven el encanto y la magia de cada lugar, en un viaje a través del tiempo.
  • Uno de los recorridos de Leyendas Nocturnas incluye el ingreso al cementerio de El Tejar, un paso por las criptas a oscuras y con velas, visita a la capilla, a la iglesia, al patio del convento Mercedario, y termina con el chance de subir a las torres de la iglesia para disfrutar de una privilegiada vista. Todo eso va con representaciones teatralizadas de leyendas quiteñas.

El Tejar se muestra entre historias y leyendas del Quito Colonial

  • Pasillos amplios, pisos de madera antigua, colecciones de pinturas de siglos atrás, leyendas del Quito antiguo, todo ello observado, contado y vivido en el paisaje nocturno, es posible experimentar en el Convento Mercedario de El Tejar, ubicada en uno de los barrios tradicionales del Centro Histórico de la Capital que lleva su mismo nombre.
  • Recorrer este lugar no es algo común, la idea nació como una propuesta universitaria de Karina Jaya, directora del proyecto, quien comenta que la iglesia de El Tejar es parte de la orden Mercedaria y abre sus puertas todos los meses y cada 15 días este espacio recibe a turistas nacionales y extranjeros para disfrutar de un turismo vivencial, reactivando a los barrios de esta zona.
  • Al iniciar este recorrido, los primeros en recibirme son libros antiguos y cubiertos con pasta de cuero de borrego, en una biblioteca que guarda textos de religión y arte, son importantes colecciones que posee la ciudad y reliquias de los siglos XV, XVI y XVII. Observar esta biblioteca es sentir el paso del tiempo, la añoranza del papel que ahora es remplazado por lo digital, que sin negarlo nos ha facilitado muchas cosas.
  • Al ver una infinidad de papeles en la mesa, contemplo la belleza de las letras, el arte de escribir a mano, las ganas de todos los autores por plasmar el saber, en no olvidar cada detalle en sus escritos. Aquellos literatos no imaginarían que sus obras llegarían a nuestros días, para ser parte de una muestra del arte en pequeñas piezas que se mantienen en este lugar.
  • Una vez que los libros me han impactado, camino por un largo pasillo, subo unas gradas amplias, el frío quiteño me abraza, sin embargo cada paso por este lugar es una intriga, es encontrar misterios develados que se empernan en cada pared de este convento mercedario.
  • Un cuarto amplio me espera, allí se ubican pinturas y esculturas. Un relicario del siglo XVIII con huesos de sacerdotes, que han dirigido el convento de El Tejar, nos recibe en la sala, en ella puedo contemplar la alta preparación de nuestros artesanos que con sus manos elaboraron piezas únicas con acabados precisos, un poema para el ojo humano.
  • Varias pinturas han sido colocadas en el convento para admirar la religiosidad y la doctrina católica, que fueron parte del desarrollo social y cultural de Quito. La escultura de la Virgen de la Merced colocada en el centro de la sala fue elaborada con las técnica del encarne (uso de la vejiga del cordero para dar brillo a las esculturas), y la técnica gonces (da movilidad a las articulaciones). El miedo y el frío producen una sensación incierta, que se acentúa con la mirada de esta escultura, su mirada fijamente me detiene, me obliga a bajar la cabeza.
  • No cabe duda, que este lugar acelera los sentidos, y te hace permanecer atento a cada movimiento.

Una panorámica desde las alturas de El Tejar

  • Mientras sigo pensando en las pinturas de santos y el detalle tratado con minuciosidad en cada una de ellas, me dirijo por un piso que suena con cada paso, las tablas antiguas hacen un coro al caminar, que luego se convierte en un sonido común.
  • Tras unos minutos de recorrer sobre los tablones, que muestra la antigüedad del lugar, llego a la entrada al campanario, un lugar de pasadizos estrechos, que solo permiten subir a las personas de una en una. “No olvide tomar la baranda” comenta el guía del convento, “para prevenir cualquier caída”.
  • Las luces de la ciudad están encendidas, pocos autos se divisan desde lo alto. Este lugar se convierte sin dudarlo en uno de los mejores para ver el Centro Histórico, rodeado del Panecillo, la Cima de la Libertad y el barrio de San Juan, hacen de este lugar inolvidable.
  • Entre la oscuridad aparece inesperadamente “Julia: La Viuda de El Tejar”, personaje extraído de leyendas quiteñas, que según cuenta las malas lenguas, era una mujer muy bella. El mito relata que su amado Joaquín, quien se casó con ella, mantuvo una aventura con su prima. Poco tiempo después su esposo murió. La bella mujer se convirtió en un alma maldita, que vagaba en busca de hombres parranderos para llevarlos al más allá. Su rostro es una mezcla de hermosura y muerte.

Catatumbas: las leyendas de la noche

  • El silencio, la oscuridad de la noche y una pequeña vela nos acompaña entre los pasillos que nos conducen a unas criptas amplias con relatos impensables. El cuerpo se estremece al mirar varios nichos abiertos, y pienso que muchas almas invaden el lugar, pero la respuesta es que solo compartiremos unos minutos con cada espíritu que habita en el convento. Sigo el recorrido y nuevamente me pregunto, si las almas que se esconden en la penumbra, saldrán a susurrar al oído o aparecerán entre las bancas de la capilla para mostrar su rostro pálido.
  • Otro relato: un joven murió en esas criptas, así cuenta la leyenda, al querer pagar una apuesta frente a la tumba de su amada, puso un clavo en el nicho, este objeto sin darse cuenta lo colocó sobre su capa, él pensó que desde el fondo su querido amor lo llevaba al más allá, la desesperación lo mató.
  • El barrio El Tejar lleva su nombre porque en este lugar se fabricaron las primeras tejas y adobes para la construcción de las casas y casonas de Quito. En el convento se sepultaron a importantes próceres de la Batalla de Pichincha y fue el primer lugar donde se izó la bandera del Ecuador por primera vez.
  • Para Karina Jaya, la iniciativa busca la reactivación cultural del sector. El museo ha funcionado desde 1977 pero su apertura no ha sido permanente, sin embargo, desde noviembre de 2016 este espacio ha recobrado su valor cultural.
  • Mostrar a Quito desde los lugares y barrios tradicionales, es descubrir espacios únicos llenos de cultura e identidad. Los habitantes de estos sitios buscan en su labor diaria reactivar el valor patrimonial de estas joyas arquitectónicas que guardan tesoros inimaginables.

Historia del Convento de El Tejar

  • El Convento de El Tejar, un monumento emblemático de la ciudad de Quito, encierra en sus muros una rica historia que se remonta a la época colonial. Perteneciente a la orden de Nuestra Señora de la Merced, este convento ha sido testigo de importantes acontecimientos históricos y culturales a lo largo de los siglos.
  • La historia del Convento de El Tejar se entrelaza con la llegada de los mercedarios a Quito en 1534. Esta orden religiosa, dedicada a la redención de cautivos, dejó una huella imborrable en la ciudad con la fundación de diversos conventos y recoletas. En 1733, el Padre Francisco Jesús Bolaños fundó una ermita en el lugar que más tarde se convertiría en el Convento de El Tejar. Las ermitas eran pequeñas capillas situadas en lugares apartados, alejados del bullicio de la ciudad, donde los fieles podían retirarse para la oración y la meditación.
  • El verdadero impulso para la construcción del convento se dio en 1754, cuando el rey Fernando VI de España firmó una cédula real autorizando a los mercedarios a construir una recoleta en el lugar que poseían en El Tejar. Con el apoyo de la comunidad y las limosnas recogidas, se erigió una iglesia y se dotó al convento de una considerable librería. El Padre Bolaños, consciente del valor artístico y religioso del lugar, contrató a los artistas más destacados de la época para embellecer el convento. Miguel de Santiago, Caspicara, Goribar y Samaniego son solo algunos de los nombres que dejaron su huella en el Museo de Arte Religioso "Francisco de Jesús Bolaños".
  • La capilla de San José de El Tejar, parte integral del convento, alberga los restos del Prócer de la Independencia Eugenio Espejo. Además, fue en las torres de este templo donde, por primera vez un 24 de mayo de 1822, ondeó el pabellón de la libertad, simbolizando el fin de una era de opresión y el comienzo de una nueva era para Ecuador.
  • La importancia histórica y cultural del Convento de El Tejar se refleja en su arquitectura y su interior. El templo, que data del siglo XVII, es un magnífico ejemplo de la arquitectura religiosa colonial. Sus arcos de ladrillo, decorados con murales y retablos, transportan a los visitantes a una época de esplendor y devoción.
  • La restauración de la capilla de San José, llevada a cabo por el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito con una inversión de USD 200,000, resalta el valor patrimonial del lugar y su importancia para la comunidad. La intervención contempló la rehabilitación integral de la capilla, desde la cubierta hasta los retablos, preservando su esencia arquitectónica y cultural para las generaciones futuras.
  • El Museo de El Tejar, aunque cerrado temporalmente desde 2018, alberga una colección invaluable de más de 81 obras de arte, la mayoría de ellas pinturas de la reconocida Escuela Quiteña. Miguel de Santiago, Caspicara y Joaquín Pinto son algunos de los destacados artistas cuyas obras adornan este espacio único. El museo está siendo preparado para su reapertura, con un inventario actualizado y una nueva codificación de las obras.
  • En cuanto al interior del convento, sus dos claustros de orden dórico y su patio central con una pila decorada crean un ambiente de serenidad y belleza. La galería superior, con sus arcos de medio punto y paredes decoradas con ojos de buey, es un remanso de paz en medio del bullicio de la ciudad. 
  • En resumen, el Convento de El Tejar es mucho más que un lugar de culto religioso; es un testigo vivo de la historia y la cultura de Quito, un refugio de arte y devoción que sigue cautivando a visitantes y fieles por igual. Su restauración y reapertura son un tributo a su legado y una celebración de la identidad de la ciudad.

El museo de El Tejar junto a los museos del Carmen Alto en la calle de las siete cruces, de Fray Pedro Gocial en San Francisco, de Fray Pedro Bedón en Santo Domingo, el de Fray Antonio Rodríguez en la Iglesia de Guápulo, de Miguel de Santiago en San Agustín, el del Padre Almeida en San Diego, el de Santa Catalina de Siena en el Monasterio Catalino y el de arte colonial en el Centro histórico de Quito, custodian el celosos, las más completas colecciones de los maestros que llenaron de gloria a Quito.

Si eres un amante de los museos quiteños, recuerda que la ciudad de Quito cuenta con conjuntos de museos especializados en etnografía y arqueologíaantropologíaarte colonialarte modernotemáticos e interactivos y ciencia




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