Las Espumillas de la Michelena

Te has preguntado que es lo que venden las comerciantes que en el centro histórico de Quito llaman a sus clientes con un suave grito que dice: !espumiiiiillas!, en esta historia despejaremos tus dudas.

¿Qué debes saber?

  • La espumilla es una golosina que se sirve en barquillos de galleta.
  • Se elabora a base de huevos y azúcar; se acompaña de mermeladas y frutas, su precio es de un dólar.
  • Las espumillas de la Michelena, está ubicada en las calles Espejo entre Venezuela y Guayaquil, y atiende de lunes a sábado de 8h30 a 15h00.

El trabajo duro que se requiere para mantener viva una tradición

Los ojos de Magdalena Moya se llenan de un brillo especial cuando comparte la historia de su negocio. Un brillo lleno de alegría y un tanto más de nostalgia. Y es que fue su madre la que eligió a la gastronomía como la herramienta con la cual construiría el futuro de su familia.

Hace más de 50 años, esta madre junto a sus hijas, iniciaron este, que más que un negocio, es una valiente propuesta para mantener viva una tradición quiteña. Valiente, pues preparar y vender este manjar es una tarea que demanda mucho esfuerzo.

Piénsalo un instante, hace 50 años, la preparación de espumilla se hacía a mano, encontrar el punto exacto en que al batir los huevos se alcanza la contextura particular de las espumillas, es cosa seria. Ahora agrégale la idea de saber, que, en sus inicios, estas mujeres comercializaban sus productos en la calle. Armadas de un cajón de madera que cargaban al hombre, estas quiteñas recorrían las calles de Quito, gritando a todo pulmón, que ya llegaron las espumillas.

Dejando la calle para establecerse en su local

El centro histórico de Quito, era sin duda el lugar ideal, para que las grandes caminatas de estas quiteñas, encontraran un descanso. En las calles Espejo y Guayaquil a pocos pasos de la Plaza de la Independencia, se encuentra este local, unas letras forjadas en hierro te anuncian que estas al frente de las Espumillas de la Michelena.

Este pequeño local se confunde en la cotidianidad de las calles del Quito colonial, se confunde, pues sus colores y aromas son tan quiteños como lo son sus balcones y sus tejados.

La sonrisa de Magdalena te da la bienvenida, no faltará su mano extendida brindándote una de sus espumillas.




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